Elecciones decembrinas

Elecciones decembrinas
Por:
  • horaciov-columnista

Dedico mi última colaboración de este año a hacer un breve análisis de tres elecciones que ocurrieron en este mes. Me refiero a la renovación de un escaño del Senado de EU por Alabama (12 de diciembre), la segunda vuelta presidencial en Chile (17 de diciembre) y las legislativas en Cataluña (22 de diciembre).

Derrota electoral para Trump. Al haberse incorporado Jeff Sessions al gobierno de Trump como fiscal general se tuvo que celebrar una elección extraordinaria para ocupar la curul que dejó el exsenador por Alabama, uno de los estados más republicanos desde que ese partido acogió a los supremacistas blancos sureños (1960-1970). Visto desde afuera, parece un absurdo que, a pesar del desempeño del impresentable Trump, y de que éste apoyara decididamente a un todavía más impresentable Roy Moore —un exjuez que, además de haber sido previamente destituido y condenado por prevaricación y tendencias abiertamente racistas y misóginas, había sido señalado durante la campaña por diversos casos de acoso sexual hacia adolescentes—, la elección resultara cerrada. Afortunadamente ganó el demócrata Doug Jones, cosa que no pasaba desde hace 25 años en ese estado. Así, se reduce la ventaja de republicanos sobre demócratas (51-49) en el Senado norteamericano.

Nueva alternancia hacia la derecha en Chile. A pesar de lo cerradas que venían las encuestas entre el candidato del oficialismo, Alejandro Guillier, y el expresidente Sebastián Piñera, el electorado dio un cómodo triunfo a este último, con lo que Chile volverá a tener, por segunda ocasión tras su retorno a la democracia, en 1990, un gobierno que, sin dejar de poder calificarse como demócrata, se acerca a las tesis (y a las bases) pinochetistas. La lectura parece ser que la mayoría chilena optó por no profundizar en las reformas emprendidas por Bachelet (principalmente la educativa y la tributaria), sino apostar por el crecimiento económico y la creación de empleos, con un claro mandato de tratar de amortiguar la tradicional polarización de la sociedad chilena, que suele exacerbarse en periodos electorales.

Continuidad de la crisis española. Las elecciones legislativas en Cataluña, en las que los partidos separatistas volvieron a obtener la mayoría absoluta de curules —aunque no hubieran obtenido (otra vez) la mayoría absoluta de votos (lo que resulta de un sistema electoral que privilegia el voto rural sobre el urbano)—, hacen prever una profundización de la crisis política-territorial en España. Se abren varias interrogantes para el Parlament que debe asumir el 23 de enero y al que corresponde elegir al nuevo presidente de la Generalitat. Podría ocurrir algo tan bizarro como que el destituido y prófugo expresident Carles Puigdemont, quien fue nuevamente electo diputado, fuera designado de nuevo presidente. En tal caso tendría que presentarse en Barcelona para jurar el cargo… lo cual muy dudosamente acabaría sucediendo, pues con pisar suelo español sería detenido, al estar acusado ante la justicia española por los delitos de sedición, rebelión, prevaricación y desvío de fondos públicos. Pesa, además, la amenaza de Madrid de repetir la intervención constitucional sobre las instituciones locales, en caso de que el nuevo gobierno catalán insista en el delirio secesionista.