Elecciones y catarsis

Elecciones y catarsis
Por:
  • larazon

Rafael Rojas

En Argentina ha estallado un nuevo escándalo en la permanente trifulca entre el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner y los medios de comunicación de ese país suramericano.

El polémico periodista Jorge Lanata ha implicado directamente al jefe de gabinete, Aníbal Fernández, en un caso conocido como el “triple crimen”, que hace siete años, en medio de la primera campaña presidencial de Cristina Fernández de Kirchner, cobró la vida de tres personas relacionadas con el mercado de anfetaminas en Buenos Aires.

No es propósito de esta columna validar la tesis de Lanata, que únicamente se basa en declaraciones de personas juzgadas y sancionadas por aquel crimen. Pero la reacción del jefe de gabinete ministerial y candidato por el kirchnerismo al gobierno de Buenos Aires ilustra el nexo problemático entre corrupción y democracia en América Latina. Ante las revelaciones del periodista Lanata, Fernández ha declarado que las implicaciones responden a una operación electorera, encaminada a golpear al oficialismo y a su propia candidatura gubernamental.

El jefe de gabinete ha reiterado más o menos la misma idea al desestimar las amenazas e intimidaciones contra el periodista Lanata, luego del programa de televisión en que fue revelado aquel caso de tráfico de efedrina, cuando Fernández era ministro del Interior. Según éste, las piedras y casquillos de bala que han arrojado al edificio donde vive el periodista son provocaciones espontáneas de quienes quieren incidir en la contienda electoral en contra de su candidatura al principal gobierno regional de Argentina.

Lo que sostiene Fernández es que las elecciones son procesos catárticos en los que cualquier acusación puede ser desestimada porque proyecta intereses partidistas. No vale la pena, según el coordinador del consejo de ministros de la presidenta, dar mayores explicaciones sobre su intervención en aquel caso o cualquier otro —las acusaciones de financiamiento irregular de las campañas de los Kirchner han sido constantes en la última década—, ya que la manipulación informativa en época electoral es una práctica habitual.

En otras palabras, el importante político kirchnerista estaría diciendo que los procesos electorales en Argentina deben ser entendidos como lo que son: catarsis o explosiones de intereses particulares en los que el derecho y la moral se suspenden. Cualquier reclamación en esa coyuntura carece de fundamento, por lo que las autoridades no están obligadas a darle respuesta. Hacerlo implica, de hecho, tomarse en serio lo que debe ser asumido, de ante mano, como un despropósito.

Aún cuando las acusaciones del periodista Lanata carezcan de sustento, la reacción del jefe de gabinete y, por extensión, del propio gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, deja mucho que desear, si hablamos de política responsablemente democrática. El deber de los poderes públicos, sobre todo de aquellos relacionados con los aparatos de seguridad y la impartición de justicia, es ser siempre transparentes. No hay moratoria para la transparencia y, mucho menos, en periodo electoral.

rafael.rojas@3.80.3.65