Enrique Norten... De la necedad a la construcción

Enrique Norten... De la necedad a la construcción
Por:
  • larazon

Mónica Garza

Conocí al arquitecto Enrique Norten recientemente en una cena que se ofreció en honor al Alcalde de San Francisco, Ed Lee, durante su visita a México.

Esa noche, el funcionario norteamericano dirigió unas palabras al grupo ahí reunido y me llamó la atención la forma deferente en la que particularmente se refirió al arquitecto mexicano. La razón es que Enrique Norten es hoy el encargado del diseño interior de un ambicioso proyecto en la ciudad de San Francisco, el nuevo Museo Mexicano.

Pero lo increíble de esta historia es cómo cayó este proyecto en el restirador del arquitecto mexicano.

Resulta que el patronato del Museo Mexicano de San Francisco, establecido en 1975 en el barrio de la Misión, y que en 1982 se mudó al recinto de Fort Mason donde actualmente se encuentra, consideró la necesidad de renovar el museo hace algunos años.

Se lanzó un primer concurso entre diferentes despachos de arquitectos en el que Enrique Norten participó, pero perdió en la primera oportunidad.

Pasaron los meses —y los años— y el proyecto del arquitecto originalmente seleccionado al parecer no pudo reunir los fondos, ni cumplir con los compromisos adquiridos con la ciudad y terminó por cancelarse.

Aproximadamente 15 años después se decidió retomar el proyecto. Se hizo un segundo concurso en el que Enrique Norten volvió a participar, y esta vez lo ganó, recuperando la oportunidad de dejar su sello en este espacio que albergará los más de 14 mil objetos de arte prehispánico, colonial, moderno y contemporáneo, de artistas mexicanos, latinos y chicanos.

Pero ¿quién es Enrique Norten? Para echar una mirada rápida, fue el encargado de la remodelación del Teatro de los Insurgentes, hizo la Escuela de Teatro en el Centro Nacional de las Artes, El Hotel Habita de Polanco, la remodelación del Museo del Chopo (2010) y la del Museo Amparo de Puebla (2011), entre otros muchos importantes proyectos.

En el extranjero este arquitecto mexicano también tiene un enorme prestigio, particularmente en los Estados Unidos donde ha sido responsable del diseño de la Biblioteca de Brooklyn (2002), la Rutgers Buisness School (2009), o el Hotel Americano en Nueva York (2011), considerado una pieza más de arte abstracto en el área de galerías de Chelsea.

Pero las entrañas de la vida de este prolífico arquitecto, que hoy se divide entre su despacho de la Ciudad de México y el que posee en Nueva York, son bastante menos glamorosas de lo que podría parecer. Yo me atrevería a decir que de aquel niño que nació en 1954 en la Ciudad de México y que pasó toda su infancia jugando en las calles de la colonia Condesa, queda mucho.

Sus oficinas en el Distrito Federal se encuentran justamente ahí, en la planta baja de un viejo edificio de la calle de Cuernavaca donde apenas se aprecia una sutil remodelación y donde nadie jamás imaginaría que se albergan las maquetas de uno de los arquitectos mexicanos más premiados a nivel internacional. Y justamente ahí fue donde nos sentamos a platicar sobre una historia entrañable que quizá pocos imaginan. La de un joven capitalino de clase media, para quien el dibujo fue por muchos años sólo un pasatiempo…

Mónica Garza: ¿Por qué estudiaste arquitectura?

Enrique Norten: Yo no encontré fácil la arquitectura, no era una cosa que yo tenía prevista. Yo no sabía lo que era la arquitectura, nunca tuve esas referencias. Mi familia con todas las virtudes que tiene, no era una familia de creadores, ni artistas , ni mucho menos.

Garza: Entonces era una familia ¿de qué?

Norten: Mi padre era un pequeño industrial que hacía productos de limpieza para el hogar, era una industria muy pequeña. Eramos una familia de clase media de la colonia Condesa, donde yo nací y crecí. Me costó mucho trabajo encontrar mi propia vocación. Afortunadamente siempre he sido muy necio y un poco obsesivo, y hasta que no encontré esta gran profesión que me ha dado tanto y en la que me siento tan cómodo, yo no dejé de buscar. Claro, después de dar algunos tropiezos.

Garza: ¿Qué tropiezos?

Norten: Entré primero en la carrera de Economía en la UNAM. Luego no sabía si quería estudiar economía o administración de empresas, que eran las referencias que yo tenía. Era además un momento muy convulsionado, era principios de los setenta. La universidad abría y cerraba, y muy pronto me di cuenta que ni podía seguir en la UNAM ni tampoco era lo mío lo que estaba haciendo, y dejé de estudiar por un tiempo.

Garza: ¿Y qué hiciste mientras dejaste de estudiar?

Norten: Viajé, me fui a Europa de mochilero como seis meses.

Garza: ¿Y de qué vivías allá?

Norten: Vivía de un poquito de dinero que me daba mi papá y de lo que yo había podido ahorrar… Los viajes me empezaron a abrir los ojos, relacionarme con gente de otros lugares me ayudó a darme cuenta que estaban pasando otras cosas en el mundo que a mí me interesaban más.

En esta búsqueda fui descubriendo que existían las disciplinas del diseño. Este mundo de los objetos y los espacios que a mí siempre me había interesado.

Desde niño me gustaban mucho las ciudades, me llamaba mucho la atención el espacio público, el mundo construido por el hombre, sin poderlo articular….

Volví a México, y sabía que tenía que ir a una escuela privada si lo que quería era seguir estudiando en ese momento. Y escogí la Universidad Iberoamericana porque es la que ofrecía de manera seria estas carreras dedicadas al diseño.

Garza: Eres un arquitecto que desde tus primeros proyectos destaca un diseño muy contemporáneo.

Norten: Yo siempre he creído en la modernidad. Siempre he estado convencido de que pertenecemos a un momento de la historia que es diferente a otras condiciones. Aunque a mí me tocó crecer en un México todavía muy cerrado, un México que se veía para adentro, que veía muy poco para afuera. Todo tenía que estar hecho en México, y esa es una idea desde mi punto de vista muy cuestionable de una identidad falsa. Era un México que no podía acabar de aceptar que podíamos ser parte de este mundo contemporáneo, pero de eso yo nunca tuve ninguna duda.

Garza: ¿Cuál es la obra que consideras que hizo despegar a Enrique Norten?

Norten: No hay una. La arquitectura es una profesión de muchos años. Es un proceso largo. Un maestro mío decía que por eso “en la arquitectura no existen niños prodigio”… A lo mejor ese es un buen slogan para la decisión del aeropuerto… Pero eso es lo último que voy a decir sobre ese tema…

Y es que a últimas fechas, el nombre de Enrique Norten también ha sonado por ser el arquitecto que concursó y estuvo cerca de quedarse con el proyecto del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México, que finalmente “la mano que mece la cuna” le otorgó a la propuesta del británico Norman Foster y el mexicano Fernando Romero. Un tema sobre el que, por cierto, Norten guarda un sepulcral silencio…

Por lo pronto el arquitecto tiene la energía dirigida al que sin duda será uno de los proyectos más relevantes de la cultura latina en Estados Unidos, el Museo Mexicano de San Francisco. Un proyecto que representa un enorme reto, para empezar porque estará geográficamente enfrentado a otros edificios emblemáticos y del máximo nivel arquitectónico en Yerbabuena Gardens, el exclusivo distrito del Arte en San Francisco.

“Estamos enfrente del Museo de Arte Moderno, a media cuadra del Museo Afroamericano y el Museo Judío. El gran reto es que nos veamos cara a cara y a los ojos con cualquier otra cultura y con cualquier otra institución cultural en la ciudad de San Francisco. Tiene importancia desde un punto de vista casi político, de una comunidad que llega a un momento de desarrollo donde merece este reconocimiento.

Y tenemos además la gran responsabilidad de mostrar al mundo lo que realmente somos, fuera de estereotipos que son muchos en los Estados Unidos y fuera de complejos que también son muchos. Mostrar ese México que tiene una visión que ve para adelante, que participa en el mundo como cualquier otro curador y que está proponiendo, descubriendo y creando”. Concluye, Enrique Norten con la mirada puesta en este nuevo edificio que costará alrededor de 260 millones de dólares y cuya inauguración está programada para el año 2018.

monica.garza@razon.mx

Twitter: @monicagarzag