Entre el echeverrismo y el ebrardismo

Entre el echeverrismo y el ebrardismo
Por:
  • Obdulio-Avila

Hace un mes se instaló la Asamblea Constituyente y hoy inician los trabajos de sus 8 comisiones para dictaminar las 58 iniciativas presentadas. La primera en sesionar será la encargada de impartir y procurar justicia, y la primera justicia clamada es la de una Constitución breve, clara y con derechos exigibles y justiciables.

La Constituyente sesionará cuatro meses y medio. Ese es su tiempo de vida, ha usado casi la cuarta parte de su tiempo en instalarse, debatir y aprobar quién la encabeza, emitir reglamento interior y nombrar comisiones. En otras palabras sus días han sido ocupados en elaborar las reglas del juego y definir posiciones legislativas.

La sustancia no se ha debatido y sus problemas operativos son similares a los del Congreso federal o a los de la Asamblea Legislativa. Lo anterior no obstante que la mayoría de las bancadas cuidó en mejorar notablemente el perfil de sus integrantes.

El texto propuesto para la Constitución local careció de apoyo mayoritario en la opinión pública, así como tampoco una institución de educación superior lo ha respaldado íntegramente, lo común es encontrar desde críticas puntuales hasta consideraciones genéricas que descalifican la misma, sin dejar de mencionar aquellos preceptos normativos que han dado pie a bromas o artículos sarcásticos.

Desde su génesis, la iniciativa constitucional fue ideada para concebirse por unos cuantos y sólo por una parte de la geometría política. El Grupo de Apoyo y el Consejo Asesor Externo fueron integrados para contar con una sola visión de ciudad; la pluralidad fue la gran ausente, fue un grupo de personas destacadas pero que militaban en el mismo campo de ideas.

En la pregonada ciudad de libertades y de la inclusión, ésta sólo es para las izquierdas. La iniciativa fue el triunfo del pensamiento único, el de ellos, carente de la opinión de los otros, porque fueron excluidos del grupo y del consejo.

¿El resultado?: Un programa de gobierno para el PRD en la ciudad, partido que desde hace 19 años no ha concretado el largo listado aspiracional que propone como Carta Magna chilanga.

El resultado es una proclama, extensa, reiterativa de dispositivos constitucionales federales, inviable presupuestalmente, francamente cínica en sus listados de prohibiciones, como aquella de prohibir las prácticas clientelares; y con una redacción propia de un discurso político y no un documento que establece derechos y distribuye competencias.

En la exposición de motivos de la iniciativa se realiza una síntesis histórica y jurídica de la ciudad, pero omite que ese proyecto copiado, perdón, fundado en la Carta de la Ciudad de México por el Derecho a la Ciudad: fue gracias a que contó con el apoyo del que fue defenestrado, arrojado a las vías de la línea 12 y ahora promueve el voto en Texas. La iniciativa acrecienta un documento que surgió y se suscribió con el innombrable Ebrard.

En síntesis, una iniciativa constitucional entre el echeverrismo y el ebrardismo.

oam974@gmail.com

Twitter: @ObdulioA