Estado descompuesto

Estado descompuesto
Por:
  • larazon

La irrupción del crimen organizado en las elecciones del próximo 4 de julio para decidir quién no gobierne en Tamaulipas, era el punto culminante, hasta ayer, en la espiral de descomposición que vive el Estado mexicano.

Rodolfo Torre Cantú, el asesinado candidato del PRI, ganaría los comicios del domingo (iba delante en las encuestas con 61 por ciento) pero lo mataron para avisar que en Tamaulipas no manda nadie más que sus ejecutores.

Es el peor momento para la gobernabilidad del país en la historia reciente. Se diría que no, que fue más difícil el panorama surgido después del crimen del candidato presidencial priista Luis Donaldo Colosio el 23 de marzo de 1994, a cuatro meses de las elecciones presidenciales.

Sin embargo, las situaciones creadas tras uno y otro magnicidio tuvieron un cariz diametralmente diferente: a Colosio lo mató un loco solitario y a Torre Cantú un grupo de poder que reta a las instituciones con base en el crimen, la extorsión, la corrupción y el secuestro.

La descomposición es tal que los acontecimientos, por desestabilizadores e insospechados que sean, son rebasados, a veces en pocas horas, por otros acontecimientos todavía más desestabilizadores e insospechados.

Por ejemplo, ya parece un suceso remoto el secuestro del ex candidato presidencial del PAN, Diego Fernández de Cevallos, siendo que involucra a uno de los políticos más relevantes del último medio siglo en México y que sucedió… hace 45 días.

Pero no sólo se olvidó a Diego: también que hace dos meses el narcotráfico asesinó a Luis Mario Guajardo, candidato panista a la alcaldía de Valle Hermoso, Tamaulipas y ¡hace tres días! a Sergio Ocampo, dirigente local panista en Tlacotepec, Guerrero.

O de que siguen desaparecidos 11 niños robados en los albergues Casitas del Sur, en el DF, y 30 trabajadores de Pemex levantados hace tres años en Cadereyta.

También nos acostumbramos a que el crimen organizado cobre “impuestos” a empresas, rancheros, empresarios, restauranteros y gasolineras, y a que existan 400 municipios sin policía porque son controlados por el narcotráfico.

A que nuestra procuración e impartición de justicia funcione pésimamente… cuando funciona, porque, según un estudio reciente del CIDE, el 80 por ciento de los sentenciados nunca vieron al juez que los condenó.

Y a que tenga uso normal en las campañas políticas la divulgación, por parte de los propios dirigentes de la política nacional, de conversaciones grabadas ilegalmente a colegas, tanto candidatos como gobernadores.

Sin embargo, no quiere decir que México sea un estado fallido. De hecho, se encuentra en el lugar 98 de los 177 evaluados este mes por la Fundación por la Paz, aunque aparecen mejor ubicados países como Ghana, Botswana, Libia y Senegal.

No, no somos un estado fallido. Somos un estado descompuesto.

ruben.cortes@3.80.3.65

Twitter: @ruben_cortes