Estados Unidos y Cuba: Imperio de la Necesidad

Estados Unidos y Cuba: Imperio de la Necesidad
Por:
  • larazon

Ricardo Pascoe Pierce

El secretario de Estado estadounidense, John Kerry, estará hoy en La Habana, Cuba, para supervisar oficialmente la reapertura de la embajada de su país en la Isla. Algunas voces han expresado su frustración y enojo ante el hecho de que a la ceremonia no han sido invitados los disidentes, sino exclusivamente representantes del gobierno cubano. A partir de ello, reclaman que el gobierno de Barack Obama está cediendo demasiado a los intereses de lo que definen como la dictadura cubana, a cambio de nada. El asunto seguramente se convertirá en uno de los temas espinosos de debate entre republicanos y demócratas, en la próxima elección presidencial en Estados Unidos.

Desde la óptica cubana hay otra perspectiva sobre el mismo tema. Sufriendo, por su lado, ocultas pero reales oposiciones internas al acercamiento con Estados Unidos, incluso acusando excesivas concesiones al gobierno de Estados Unidos, como lo expresado por Raúl en la reunión de Panamá sobre la honestidad de Obama y disculpándolo por la existencia del bloqueo económico, el gobierno cubano debe dar la impresión de cierta dureza ante Estados Unidos. Lo cierto es que el embargo estadounidense contra Cuba persiste y se sabe que Obama no tiene la fuerza política para eliminarla. Y la base militar en Guantánamo sigue siendo un factor de disenso y conflicto bilateral, siendo una expresión de la era colonial en América Latina.

Así las cosas, son ambos los lados que deberán ceder posiciones antes de que se pueda hablar de una absoluta normalización de relaciones políticas y diplomáticas. Y así es como debiera ser. Esas concesiones mutuas hablarán de un reconocimiento del fin de un conflicto, sí. Pero también tendrá que mandar el mensaje a las Américas en su conjunto de que, de aquí en adelante, las rencillas de la Guerra Fría quedaron enterradas y las ideologías que la motivaron, también.

¿Por qué tendría Cuba que abrirse a otras formas políticas sí Estados Unidos no es capaz de levantar el embargo económico? Y, también podría plantearse al revés: ¿por qué Estados Unidos tendría que levantar el embargo y creerle a Cuba su disposición a “discutir todo” si se niega a abrir espacios de libertad de expresión en la isla, posición que ratifican, de voz en cuello, los republicanos todos los días? En el fondo, la explicación es sencilla. Es porque ambos países lo necesitan.

Estados Unidos requiere urgentemente una nueva relación con su reserva estratégica continental, que es América Latina. La requiere debido a la necesidad que tiene de reactivar su economía, y frenar la presencia e impulso chino en el continente panamericano. El Acuerdo Estratégico Trans-Pacífico de Asociación Económica es un pacto antichino. Para que funcione, necesita a América Latina como integrante de su tren transpacífico. El restablecimiento de la relación entre Estados Unidos y Cuba ha ablandado significativamente a las diversas oposiciones izquierdistas-populistas de América Latina, que se oponían a cualquier acercamiento con Washington. Brasil y Bolivia se mueven hacia el norte, al igual que Ecuador. El cálculo no era tan equivocado por parte de Obama. Castro lo felicitó y lo llamó un hombre honesto, diciendo que no era responsable del bloqueo económico, en la reunión de las Américas, efectuada en Panamá recientemente.

Cuba ha perdido aliados estratégicos, desde 1989 a la fecha. Primero la Unión Soviética y ahora Venezuela. Requiere urgentemente de aliados confiables que le ofrezcan una salida al atolladero económico en el que se encuentra. Su única opción real ante esa disyuntiva es Estados Unidos. El acercamiento con EU es, para Cuba, una decisión de realpolitik. Es tomar una medicina amarga para poder subsistir en el corto plazo como sistema y en el largo plazo como país.

Es por ello que, ante las voces opositoras al acercamiento dentro de Cuba y dentro de Estados Unidos, se impone el imperio de la necesidad de cada uno. Exigir que, en este momento, se reconozcan a los disidentes cubanos como condición para abrir la embajada en La Habana es una necedad que no admite los procesos transicionales. Cuba ha cambiado mucho, y va a seguir cambiando. Hoy cuenta la sabiduría de reconocer cómo acompañar ese proceso.

ricardopascoe@hotmail.com

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