¿Hasta dónde?

¿Hasta dónde?
Por:
  • larazon

Mónica Garza

No cabe duda que en México muchas cosas están cambiando, entre ellas la forma en la que los ciudadanos estamos protestando. Los diferentes tipos de manifestaciones que hemos vivido en los últimos días hablan en mucho de lo que pasa en nuestro país, pero de las veladoras a los destrozos los mensajes son muy encontrados.

Desde la sana cultura de la manifestación pacífica, hasta la triste manipulación en la que claramente algunos grupos caen y son animados para cometer actos vandálicos y de delincuencia que no tienen justificación, en algunos casos no tienen precio y quedan impunes ante la mirada perpleja de una ciudadanía que intenta levantar una protesta genuina, ejerciendo su derecho constitucional a manifestarse y que se ve desvirtuado por causas que no son las suyas.

Lo viví en la carretera México–Acapulco. En cuatro casetas de cobro fui recibida por jóvenes embozados que se acercaron a mi coche con un saludo cordial, “buenas tardes amiga, somos normalistas”, mientras otro me bloqueaba el paso con un tambo que traía pegado un cartel que decía “50 pesos”.

En ningún momento me agredieron, ni física ni verbalmente, pero confieso que me amedrentó el bat que llevaba en mano uno de los jóvenes a los que entregué mi “cooperación”, que sigo sin saber ¿a qué arcas llega? No obtuve ningún recibo, pero pude pasar sin contratiempos y continuar mi camino.

En las cuatro casetas que menciono no había ni un sólo empleado de Capufe, ni elementos de la Policía Federal, ni de ninguna otra.

¿Qué hubiera pasado si alguno de los automovilistas decide no dar “la cuota”? No lo sé. Ninguno de los que pasamos por ahí quisimos saberlo. Todos “cooperamos”.

¡¿Dónde está el estado en estos casos?!... Dicen los especialistas que apegado a la figura del Principio de Tolerancia, que se aplica en eventos críticos para evitar un conflicto que derive en peores actos de violencia.

El conocido abogado penalista Urlich Richter esta semana precisamente presentó un libro titulado De la protesta a la participación ciudadana, inspirado en varias manifestaciones pacíficas en el mundo que han generado cambios radicales en algunas estructuras políticas.

Sin duda la sociedad mexicana ha venido modificando la forma de expresarle a sus gobernantes sus inconformidades y su músculo, pero con aquellos que lucran con una causa para ejercer la violencia disfrazada de manifestación, ¿será posible tender un puente de comunicación y acción?

“La protesta violenta no es protesta. Ése es otro tema. Lo otro es un acto vandálico e ilícito. Por eso no la encasillamos ni siquiera en el género. Lo que se reconoce como un derecho del ciudadano es la protesta pacífica”, dice Richter…

“Existen dos figuras. Los actores políticos que comprenden la protesta y los que no. Criminalizar la protesta puede tener consecuencias fatales y en México las hemos visto.

¿Qué pasaría si en las casetas que están tomadas por normalistas llegan elementos de la Policía Federal y se los llevan por la fuerza? ¡Imagínate ese escenario!

Ahí hay una lucha entre el derecho a transitar y el derecho a manifestarse.

¿Cuál de ellos pondera mejor?

El derecho que está haciendo valer el Estado (a manifestarse) está aportando algo a la democracia mexicana. Hace 25 años se cayó el muro de Berlín, ahora en México nos está tocando ver que se caiga ese muro donde no te escucho, donde no dialogo contigo y te mando a los granaderos.

La escalada de las protestas y la indignación lo que nos demuestra es que hay que volver a construir lo que es la política. ¿Qué recurso tenemos? Los ciudadanos. Con ellos tenemos que construir otra vez el templo porque si no se nos va a caer”, puntualiza Richter convencido.

Pero los ciudadanos, ¿cómo le vamos a hacer con la gente que está secuestrando autobuses en las carreteras, incendiando comercios, edificios de gobierno y monumentos históricos? ¿Cuál es la directriz para el diálogo?...

¿Acaso hay diálogo?...

¿Hasta dónde y hasta cuándo vamos a seguir apegados a ese Principio de Tolerancia con aquellos que usan una causa dolorosísima como pretexto para delinquir y desestabilizar?

¿Hasta que en una manifestación que empiece como pacífica muera un ciudadano a consecuencia de los actos de un alborotador?...

¡Ya basta!

monica.garza@razon.mx

Twitter: @monicagarzag