¿Hay que cerrar la OEA?

¿Hay que cerrar la OEA?
Por:
  • larazon

Tras el penoso papel que jugaron la Organización de Estados Americanos y su secretario general, José Miguel Insulza, en el caso de Honduras, ahora el maltrecho organismo deberá responder a los crecientes reclamos que en distintos países se están formulando en relación con el acoso de los gobiernos a los medios de comunicación.

El ejemplo más reciente, de nuevo en Venezuela, pondrá en un predicamento a Insulza a unas cuantas semanas de que eventualmente se produzca su reelección. En efecto, el presidente de la televisora venezolana RCTVI, Marcel Granier, acudió el lunes a la sede de la OEA en Caracas para solicitar su “mediación y protección”, tras la segunda salida del aire del canal ordenada por el gobierno de Hugo Chávez. Lo mismo puede pasar si el presidente de Bolivia, Evo Morales, insiste en restringir, como ya lo ha anunciado, la libertad de prensa, o si el Partido de los Trabajadores, de Brasil, pudiera algún día, como también lo afirmó hace tiempo, seguir los pasos de sus colegas venezolanos en esta materia.

Tales planteamientos tienen varias facetas.

La primera desde luego es esa peligrosa tendencia a ver dichos actos como algo ya natural en el paisaje latinoamericano, sin que ningún gobierno u organismo internacional alce la voz so pretexto de que se trata de una cuestión de soberanía y de no intervención en los asuntos internos de un Estado.

El segundo problema es que la naturaleza política (y humana con frecuencia) suele ser más reactiva a los malos ejemplos que a los buenos, y si líderes autoritarios como Chávez o Morales pueden actuar como señores de horca y cuchillo sin que nadie ni nada los detenga, entre otras cosas porque no sólo han concentrado en sus manos las débiles instituciones estatales sino también corrompido a la sociedad, entonces lo que hoy se produce en los medios de comunicación mañana puede replicarse en cualquier otra cosa.

El tercer punto es que el reclamo del venezolano Granier ocurre en el momento menos oportuno para Insulza, porque pone a prueba su compromiso con la Carta Democrática Interamericana en pleno cabildeo para quedarse cinco años más en la OEA. Si el ex canciller chileno no hace, por temor a que Chávez le arme una rebelión que complique su nuevo período, absolutamente nada al respecto, no sólo faltaría a los principios (algunos quedan, todavía) que, al menos en teoría, dieron origen al organismo, sino que quedaría expuesto al ridículo y, con ello, nulificado como dirigente regional.

Finalmente, como afirmó esta semana César Gaviria, antecesor de Insulza, éste “se ha quedado solo” en el continente, sin apoyo alguno que haga funcional su tarea. Si esto es así y de todas formas termina Insulza reeligiéndose ¿no sería una gran mise en scène que tomara él la iniciativa de proponer el cierre de la OEA y dar paso a una reflexión intensa y creativa sobre cómo articular, en el siglo XXI, la política regional? A falta de otro, ése sería su mejor legado.

og1956@gmail.com

fdm