Imposición de aranceles: un atropello

Imposición de aranceles: un atropello
Por:
  • arturov-columnista

El presidente Trump decide imponer un arancel a las importaciones de acero y aluminio, provenientes de México, Canadá y Europa.

Obviamente, no ha sido bienvenida la medida ya impuesta a todo el mundo. Ha tenido como respuesta el rechazo unánime, por su carácter unilateral y arbitrario. Asimismo, la medida para países como México y Canadá, suscritos con Estados Unidos al TLCAN, violenta las condiciones de dicho tratado, acrecentando las dificultades en su negociación.

Si bien las autoridades mexicanas han respondido con firmeza ante la medida, el nuevo impuesto a las importaciones de aluminio de 10% y al acero de 25%, genera un efecto negativo sobre la economía mexicana. En primer lugar debe dimensionarse el impacto directo de la medida. Para tal efecto tomamos las cifras del Departamento de Comercio de los Estados Unidos, y vemos que por ejemplo, durante 2017 las importaciones desde México de acero y sus productos sumaron 2,625 millones de dólares, en tanto que las de aluminio ascendieron a 250 millones. En conjunto representan el 1.0% de los envíos mexicanos manufactureros a Estados  Unidos, durante el 2017.

El arancel promedio ponderado por los valores anteriores sería de 24%, es decir, podría tratarse de un impacto importante sobre los precios de los productos. Ello obliga a los productores externos a reducir sus márgenes de ganancia –para poder absorber el incremento en los costos que genera el arancel-, o bien, a ser sustituidos por los productores locales (que parece ser la finalidad del impuesto). No obstante, la medida puede resultar contraproducente para la economía de los Estados Unidos por varios motivos.

En primer lugar, los productos afectados por el arancel son insumos denominados de alta difusión, es decir, el aluminio y el acero son utilizados por una gran cantidad de industrias. Particularmente, en el caso del comercio entre los países del TLCAN, los flujos comerciales responden no sólo a las condiciones de oferta y demanda entre las naciones del bloque, sino también al grado de integración regional de las cadenas productivas.

En este sentido, el arancel propuesto puede afectar las propias cadenas de producción de Estados Unidos, si éstas dependen de las importaciones provenientes de México o Canadá. Tratándose de cadenas productivas de alto valor como la automotriz o  electrónicos por ejemplo, la sustitución de los insumos importados por los productores locales no puede ser inmediata, afectando así los costos de producción de toda la región.

En segundo lugar, la respuesta de México y varios países, frente a la imposición del arancel,  fue contrarrestar la medida con una equivalente en términos del posible daño que se genere. En este sentido, la autoridad mexicana decidió imponer un arancel (en promedio ponderado cercano al 20%), a una variedad de bienes  agropecuarios y siderúrgicos, tratando de que la medida no afecte las cadenas de producción. Con ello, las posibles ganancias que Estados Unidos podría obtener en el aluminio y acero, se verán contrarrestadas por las pérdidas en otros sectores.

En tercer lugar, las autoridades mexicanas iniciaron un proceso de solución de controversias contra Estados Unidos, ante la Organización Mundial de Comercio, por el arancel impuesto. Ello obliga a las autoridades norteamericanas a someter sus acciones al máximo organismo mundial de comercio exterior.

En consecuencia, no es claro el efecto favorable de los aranceles para los Estados Unidos, y sí lo es el efecto pernicioso para nuestro país. El principal daño no está solamente en la reciente imposición de los aranceles, el daño mayor está en el posible crecimiento de esta ola de proteccionismo que seguramente llevaría a un freno al crecimiento de la economía mundial.