Irlanda: la utilidad de un referéndum

Irlanda: la utilidad de un referéndum
Por:
  • larazon

Leonardo Núñez González

La Constitución de Irlanda no es precisamente el mejor ejemplo de un Estado laico; su primer párrafo dice: “En el nombre de la Santísima Trinidad, de quien es toda la autoridad y a quien, como dueña de nuestro destino final, deben estar encaminadas todas las acciones de los hombres y los Estados. (…) Reconociendo humildemente todas nuestras obligaciones a nuestro Divino Señor Jesucristo”.

Por ello no es una sorpresa que hasta antes de 1985 era muy complicado conseguir un condón porque su comercialización era ilegal; hasta 1993 sólo podían adquirirse con una prescripción médica. Antes de 1995 las parejas no podían romper sus uniones civiles, ya que el divorcio no estaba permitido.

Igualmente, antes de 1993 la homosexualidad en Irlanda era castigada con la prisión. Uno de los casos más notables de un irlandés encarcelado por este “delito” fue el del escritor Oscar Wilde, que tuvo que estar recluido durante dos años. De hecho, el cambio de esta prescripción no provino del gobierno, sino que surgió de una sentencia impuesta por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos.

Este país, que hace 23 años enviaba a las personas a la cárcel debido a sus preferencias sexuales, la semana pasada tuvo una modificación constitucional que aprobó los matrimonios entre personas sin distinción de su género. Para hacer éste un caso todavía más interesante, es la primera vez que un país aprueba disposiciones de este tipo mediante el voto popular directo: los irlandeses votaron en un referéndum, emitiendo más de 60 por ciento de los votos en favor de la propuesta de cambio.

¿Cómo es posible que uno de los países tradicionalmente asociados con una visión religiosa ortodoxa y conservadora sea el primero en aprobar mediante la participación popular una disposición que contraviene uno de los dogmas más arraigados del catolicismo?

Muchos factores han entrado en juego: desde la declaración abierta de Enda Kenny, el primer ministro irlandés, de su homosexualidad y su lucha para aprobar las uniones civiles generalizadas en 2010, hasta la alta tasa de participación de una generación de jóvenes con una visión más progresista de la sociedad. Además, el referéndum tiene una característica particular en Irlanda: ésta es la única vía para modificar la Constitución.

En México las consultas populares fueron anunciadas con bombo y platillo en la última reforma político-electoral, pero no se consideraron como un mecanismo factible de modificación constitucional y, en cambio, quedaron supeditadas al control de los partidos políticos para poder proponer cualquier ocurrencia sin sentido, como aumentar los salarios por decreto o eliminar a los plurinominales de un plumazo. Por ello ninguna de las consultas que se propusieron realmente tuvo el potencial de detonar debates serios o posibilidades interesantes de cambio.

Irlanda ha puesto el ejemplo de que grandes avances en materias controversiales pueden darse mediante la participación de los ciudadanos y que, por muchos prejuicios existentes, los cambios siempre son posibles. Sólo basta el impulso de una ciudadanía con sed de cambio que orille al gobierno a adentrarse en temas fundamentales o controversiales.

leonugo@yahoo.com.mx

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