Israel y Ucrania en el centenario de la Primera Guerra Mundial

Israel y Ucrania en el centenario de la Primera Guerra Mundial
Por:
  • larazon

Horacio Vives Segl

Lo escribió Maquiavelo hace un poco más de 500 años: “un principe no debe tener otro objeto, ni otra preocupación, ni considerar competencia suya cosa alguna, excepto la guerra y su organización y dirección, porque éste es un arte que corresponde exclusivamente a quien manda”. Cito la referencia maquiavélica en El Príncipe dado que hace apenas unas semanas se cumplió el centenario del inicio de la Primera Guerra Mundial.

 Contexto. El asesinato del archiduque Francisco Fernando de Austria, ocurrido en Sarajevo el 28 de junio de 1914, a manos de un nacionalista serbio, daría lugar a una crisis diplomática que justo un mes después, el 28 de julio, llevó al ejército austro-húngaro a tratar de invadir Sebia. La historia siguiente es bastente conocida: pocas semanas después, las principales potencias europeas se involucraron en un conflicto que no sólo abarcó al Viejo Continente, sino que se extendió por diversos rincones del orbe, y que terminaría hasta noviembre de 1918. Por su legado destructuvo, crónicas de la época la describían como la última guerra de enormes proporciones, la “Gran Guerra”, se le decía. Pero no fue ni la última ni la más grande; todavía faltaría librar otra guerra mundial, aún peor, entre 1939 y 1945. Al cumplirse un centenario de la Primera Guerra Mundial, ¿dónde estamos parados? Presenciando dos focos de enorme tensión bélica, en Israel y Ucrania.

 Un conflico milenario. No es ninguna novedad que existan enfrentamientos armados en Medio Oriente, una de las zonas más conflictivas que la historia universal haya registrado. La magnitud de los agravios religiosos, étnicos y territoriales —por decir algunos— acumulados entre árabes e israelíes, han sido de tal magnitud que numerosas generaciones de líderes de ambos bandos, mediadores y organismos internacionales han fracasado en encontrarle solución… que todavía sigue sin verse próxima. Con todo, es un conflicto que por momentos ha tenido intermitencias pacíficas: desde los ataques recíprocos a finales de 2008, no se había dado una escalada de la violencia como la que se ha dado desde principios de mes, y que lleva ya más de medio millar de muertes.

 Ucrania rebelde. Desde 2010 cuando Viktor Yanukóvich fue declarado ganador de las elecciones presidenciales en Ucrania, ese país empezó a verse inmerso en una rápida sucesión de conflictos políticos internos, que a finales de 2013 llegaron al punto de la crisis, cuando Yanukóvich decidió retirar a Ucrania del tratado de adhesión a la Unión Europea, que se había firmado en 2012, acogiéndose, en cambio, a la oferta de cooperación hecha por Rusia, lo que provocó una oleada de protestas populares que fueron radicalizándose hasta que, en febrero de 2014, el conflicto parecía llegar a su culminación, con la fulminante destitución de Yanukóvich y la huida de éste a Rusia. Sin embargo, al poco tiempo las regiones ucranianas con más afinidad rusa desafiaron abiertamente al gobierno central de Kiev.

La sucesión de esa nueva parte del conflicto es conocida: atónito, en marzo de este año el mundo atestiguó cómo, con una naturalidad sorprendente, los territorios de Crimea y Sebastopol, con una semana de diferencia, proclaron su independencia de Ucrania y su adhesión a la Federación Rusa. En todo este último tramo, las tensiones entre Estados Unidos y Rusia fueron en aumento. En las semanas y meses siguientes, otras regiones ucranianas de mayoría rusófona se manifestaron en rebeldía, hasta que el pasado 17 de julio fue derribado un avión comercial de Malaysia Airlines (segundo avión de esa aerolínea que se estrella en menos de cuatro meses) al cruzar por la región separatista de Donetsk. Las acusaciones mutuas entre Kiev y los separatistas pro-rusos, de la mano de sus respectivos aliados, en Washington y la Unión Europea por un lado, y en Moscú por otro, no se hicieron esperar. Las relaciones entre Rusia y las potencias occidentales atraviesan su peor momento desde el fin de la Guerra Fría.

A juzgar por la multiplicidad de conflictos bélicos registrados en la historia universal, se podrá afirmar que la guerra es una condición presente e inevitable para muchas civilizaciones. Un deber para un líder (al estilo del príncipe maquiavélico) para incrementar su riqueza y dominio. En todo caso, me parece pertinente reflexionar sobre la permanencia de la guerra, al cumplirse el centenario de una de sus más cruentas

exponentes.

hvives@itam.mx

Twitter: @HVivesSegl