Juventud, “divino tesoro”…

Juventud, “divino tesoro”…
Por:
  • monicag-columnista

Este domingo 12 de agosto se celebra el Día Internacional de la Juventud, que hoy alcanza una cifra histórica en el planeta de casi 2 mil millones de individuos de entre 15 y 29 años, de los cuales más de 33 millones viven en México.

Ellos suelen ser mencionados como “el futuro del país”, pero no la tienen nada fácil en el presente, menos en el futuro, que muchos difícilmente imaginan porque se desarrollan en condiciones de gran rezago.

México es un país que sobrevive a una gran desigualdad en términos económicos, académicos y sociales, que golpean particularmente al sector juvenil.

Alrededor del 47.1% de los jóvenes mexicanos vive en condiciones de pobreza, situación que se acentúa cuando se trata de comunidades indígenas, donde el 72.8 % son jóvenes.

En los últimos dos años hemos vivido tiempos de altísimos índices de violencia, en los que muchos jóvenes han sido víctimas de diversas maneras.

Deserción escolar, embarazos no planeados, migración, discriminación por edad, como lo señaló esta semana la Encuesta Nacional sobre Discriminación 2017, que arrojó que el 60% de las personas creen que los jóvenes son irresponsables, por lo que no les rentarían una vivienda o les darían un trabajo.

De acuerdo a la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, casi 830 mil jóvenes mexicanos están buscando un trabajo sin encontrarlo, aunque tengan un nivel académico competitivo. Y esa cifra, al primer trimestre de este 2018, representa el 48.3% del total de los desempleados.

¿De qué le sirve entonces a un joven mexicano tener un título universitario si en muchos casos eso tampoco le va a ayudar a conseguir un trabajo de acuerdo a su especialidad o a obtener un salario mayor al que gana un trabajador con estudios de secundaria?

Andrés Manuel López Obrador acordó con la iniciativa privada un impulso para los jóvenes una vez que hayan sido integrados a la fuerza laboral y el programa Jóvenes Construyendo el Futuro, que ofrecerá una beca mensual de 3,600 pesos para aquellos que estén “en aprendizaje”.

Habrá que ver cómo se pone en práctica en un momento en que la “fuga de cerebros” hacia el extranjero se antoja una alternativa cada vez más común ante un panorama de bajos sueldos y pocas oportunidades.

[caption id="attachment_783622" align="aligncenter" width="1181"] Con los jóvenes se tiene el mayor compromiso y el reto más ambicioso.[/caption]

Según los reportes de la Oficina de Información Científica y Tecnológica para el Congreso de la Unión (INCyTU) del Foro Consultivo Científico y Tecnológico, en 1990 se “fugaron” al extranjero 161 mil 196 jóvenes mexicanos en busca de mejores oportunidades de estudio y desarrollo. Cifra que en 2015 alcanzó 1 millón 203 mil 573.

Y esos son los que corrieron con la suerte de poderse ir, pero ¿y los otros? ¿Qué pasa con aquellos que ni siquiera tienen la oportunidad de estudiar dentro de su país?… Miles encuentran una salida en la delincuencia organizada.

El Inegi dio a conocer en días pasados que 118 mil 393 víctimas en 10 años de guerra contra el narco eran menores de 30 años, de los cuales 42 mil 251 tenían entre 20 y 24 años. La mayoría de ellos, sin posibilidad de acceso a un empleo formal, vivienda, educación o salud.

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos ha documentado en relación a esto que las tasas más altas de muertes por homicidio se observan en jóvenes de entre 15 y 30 años.

En la misma Encuesta Nacional sobre Discriminación 2017 resultó que ser joven es motivo de desconfianza, pues el 39.8% de los adultos entrevistados señaló que es justificable llamar a la policía si hay jóvenes reunidos en una esquina.

A ello se suma la discriminación por apariencia, forma de vestir, tatuajes, preferencias sexuales y demás elementos que nada tienen que ver con las capacidades de un joven, pero que sirven para obstaculizarlas.

La buena noticia es que los jóvenes tienen de ventaja que en su naturaleza esta la lucha por la supervivencia. Son los jóvenes mexicanos los que enfrentan la falta de oportunidades con activismo, los que levantan la voz por un país más seguro, más justo, por el derecho de ser gay, indígena o mujer; los que organizan movimientos sociales dentro y fuera de las redes del ciberespacio.

Fueron esos jóvenes los que pusieron a Andrés Manuel López Obrador en la silla presidencial y, por ende, es con ellos con los que tiene el mayor de los compromisos y el más ambicioso de los retos.