La apuesta arriesgada

La apuesta arriesgada
Por:
  • larazon

Gabriel Morales Sod

Hace dos meses, las estrellas parecían haberse alineado en Turquía para poner fin al conflicto kurdo. Con la llegada al parlamento del partido de corte kurdo HDP, por primera vez en la historia, y con un Erdogan debilitado a raíz de su mal desempeño electoral, las negociaciones avanzaban a buen paso.

Sin embargo, en tan sólo dos semanas, el presidente Erdogan pasó de un tono conciliatorio a declarar que el proceso de paz había terminado. He aquí el porqué.

El 20 de julio, 32 activistas kurdos murieron en el distrito de Suruc en un atentado suicida perpetrado por el Estado Islámico. A pesar de que el gobierno condenó fuertemente los ataques, algunos kurdos alegan que agentes del gobierno ayudaron a los atacantes. En represalia por estas acciones, militantes del Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK) asesinaron a dos agentes de la policía turca. La respuesta del gobierno turco no se hizo esperar y pronto bombardearían posiciones tanto del EI como del PKK.

A pesar de que la respuesta del gobierno turco es natural, parece descabellado que por el asesinato de dos policías se hayan echado atrás años de negociaciones con el PKK. En realidad el giro del gobierno turco obedece a una nueva estrategia tanto interna como externa.

Durante más de dos años, el gobierno turco, opuesto al régimen de Assad y al EI, dejó que las fuerzas de liberación kurdas lucharan libremente en contra del EI en Siria. A pesar de que los kurdos en ese país han sido cauteloso en no declararse en favor de un Estado kurdo en la región, Turquía ve con malos ojos el avance del grupo en su frontera sur. Es por esto que, aunque no ha bombardeado directamente a esas fuerzas en Siria, los ataques en contra del PKK en Irak y Turquía dejan claro que Estambul ha decidido poner un alto al avance kurdo. Junto con estos ataques, el ejército turco ha comenzado a bombardear blancos del EI en Siria, uniéndose a la coalición liderada por Estados Unidos. El objetivo es claro, detener tanto el avance del EI como el avance kurdo en la frontera sur y permitir el avance de la oposición moderada siria.

Internamente, la estrategia ha sido vincular al victorioso HDP con el PKK con el objetivo de debilitar a este partido y preparar el terreno en caso de que se celebren nuevas elecciones.

Las dos estrategias son inciertas. En primer lugar, es difícil prever cómo actuaría el electorado turco de celebrarse nuevas elecciones, la campaña de odio y persecución a la minoría kurda podría resultar en un resultado electoral aún peor que el que tuviera el partido de Erdogan hace dos meses. En segundo lugar, los kurdos, y no la oposición moderada siria, debilitada y desorganizada, son quienes han puesto un alto al EI en Siria. Sin los kurdos, parece difícil que Turquía pueda detener al EI. Ésta es, en resumen, una apuesta arriesgada.

gmoralessod@gmail.com

Twitter: @gabriel_msod