La calle, nuestro espejo

La calle, nuestro espejo
Por:
  • larazon

Mónica Garza

Laura tenía 16 años cuando comenzó a trabajar en el consejo tutelar para menores infractores. Ahí descubrió a los niños de la calle. Ahí comenzaron a crecerle banquetas, cruces y coladeras en el corazón.

Los niños le enseñaron los rincones más oscuros de lo que para muchos sólo es un espacio de tránsito. Cuando la calle es la cama y el techo, en la mente de un niño el tiempo no encuentra fronteras en un tobogán que

no es un juego.

Si se les da la opción de dejarla, ¿Por qué vuelven a la calle? ¿Por qué la prefieren?, fueron las preguntas que definirían no sólo la carrera profesional de Laura Alvarado, hoy directora General de Fundación Pro Niños de la Calle, eventualmente su propio reto

de sobrevivencia.

Graduada en psicología, Laura se llevó sus preguntas a la Universidad de Friburgo (Alemania) donde realizó una investigación que la tuvo dos años observando la calle, su pulso, su adrenalina y el cobijo adictivo de su crueldad... ¿Por qué vuelven a la calle?

La cantidad de niños en situación de calle es muy difícil de medir en estadísticas porque las condiciones son muy variadas. La Organización de las Naciones Unidas hizo un intento reportando 150 millones en el mundo.

En México se calcula que existen alrededor de cien mil. La falta de protección a la que se ven expuestos tantos niños, puede estar hablando de nuestro propio destino. No podemos

verlo como algo ajeno.

“Estos chavos no están en el centro de la visión del gobierno, que es un ente que cada vez toma menos responsabilidad sobre lo que le corresponde hacer, que es garantizar los derechos de todas las personas y en ese sentido no genera las políticas públicas que realmente podrían hacer un cambio en la protección de los derechos de los niños”.

“Las autoridades saben dónde se venden las drogas, saben cuáles son las redes, simplemente saben dónde se vende el solvente que los chavos están inhalando y con el que se van a hacer agua el cerebro, y nadie hace nada.”

“Recientemente mataron a dos niños en Tepito y por supuesto que a nadie le importan esas muertes. Esos niños no existen para nadie, excepto para las organizaciones de la sociedad civil”.

Advierte la directora de Fundación Pro Niños de la Calle, que de 1997 a la fecha ha contabilizado 900 niños rescatados, de los cuales 529 fueron canalizados a un programa residencial, 306 reintegrados con sus familias y 65 viven hoy de manera independiente.

Esta organización nació en 1993 en unas instalaciones improvisadas de un deportivo prestado a los tres jóvenes que la iniciaron en la colonia Guerrero de la Ciudad de México.

Cuenta Laura que los primeros seis años fueron más duros de lo imaginado para todos los involucrados. Sobre todo cuando comenzaron a diagnosticar a sus niños con VIH.

“Pasábamos horas, días, semanas completas tratando de encontrar lugares donde los recibieran, pero no existían. La injusticia que significaba que un niño que está muy dañado en su integridad no tuviera alternativas, fue algo muy difícil”

Así vio morir a Miguel de 19 años y a Maribel de 17, víctimas del Sida. Así comenzó a enfermar Laura también en una suerte de somatización del dolor que le costó su hoy delicada

condición renal.

Se alejó de la calle por un tiempo, mirándola sólo desde la reflexión y la teoría, que enseñó por años como capacitadora en metodologías para otras organizaciones dedicadas a la causa.

Catorce años después decidió volver. Empoderando desde entonces a una organización que hoy se enfrenta a una calle mucho más compleja, con conexiones más sofisticadas, que sigue matando niños inevitablemente y de formas cada vez más violentas.

Cuarenta y cinco personas integran la cruzada incansable de Pro Niños de la Calle, a la que se han unido 830 donantes periódicos y 16 financiadoras nacionales y extranjeras.

Lo interesante es que no sólo apoyan económicamente sus programas, también abren bolsas de trabajo para esos jóvenes que, una vez lejos de las calles, también merecen una

oportunidad.

En las paredes de dicha Fundación cuelgan decenas de retratos de hombres y mujeres trabajadores, padres de familia, ciudadanos de bien por voluntad, que ayer fueron niños de la calle.

Una calle que también es nuestro espejo.

monica.garza@razon.mx

Twitter: @monicagarzag