La democracia restringida

La democracia restringida
Por:
  • larazon

La Ley Habilitante aprobada por la Asamblea Nacional de Venezuela concede poderes especiales a Hugo Chávez por dieciocho meses consecutivos, es decir, hasta mediados del 2012. El origen de la misma es el estado de emergencia climático generado por las lluvias de invierno, que dejaron un saldo de 38 muertos y cerca de 130 000 damnificados en ese país sudamericano. Pero el periodo de aplicación de la Ley Habilitante sobrepasa, con mucho, el tiempo requerido para enfrentar el desastre natural.

En el tiempo y en las atribuciones extraordinarias concedidas a Chávez, como las que tienen que ver con las finanzas públicas, el control de los medios y el rediseño geográfico y administrativo, se evidencian los verdaderos objetivos del presidente venezolano y la corriente política que lo sostiene. El propósito de Chávez es limitar la influencia de la nueva Asamblea Nacional, elegida en la última contienda legislativa, donde la oposición, si bien no ganó la mayoría, recuperó mucho terreno.

Las facultades extraordinarias de Chávez no son, como en la larga tradición autoritaria y centralista de América Latina, un mecanismo para neutralizar a un poder legislativo mayoritariamente opositor. En Venezuela no existe, siquiera, un gobierno dividido que, en la práctica, impida las labores del poder ejecutivo. Lo que existe en el país “bolivariano” es una oposición parlamentaria que ronda la tercera parte de la representación nacional y que carece, por tanto, de capacidad para bloquear al gobierno.

Pero esa oposición minoritaria obliga a Chávez a seguir el protocolo democrático y mantener vivo el sistema representativo. Gobernar en un año preelectoral, como 2011, respetando dicho protocolo, puede ser muy peligroso para Chávez, ya que la oposición intentará aprovechar sus mínimos espacios para consolidar una candidatura fuerte con miras a la contienda presidencial del 12. Los poderes emergentes le permiten a Chávez disminuir el impacto social de esa minoría amenazante, pero no silenciarla.

La Asamblea Nacional, aunque limitada, no ha sido clausurada o intervenida por el Estado. La oposición ocupará sus asientos durante todo el año próximo e intentará contrarrestar las facultades extraordinarias del presidente. Mal harían los opositores venezolanos en retraerse de la actividad legislativa y mal harían en no respaldar las medidas gubernamentales que, en efecto, contribuyan a mejorar la situación de los damnificados por las lluvias. El juego político en Venezuela, cada vez más precario, tiene lugar en los propios límites de la democracia. Lo que suceda el año próximo en ese país sudamericano será decisivo para la vida política de la región.

rafael.rojas@3.80.3.65