La detención

La detención
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Javier Solórzano Zinser

El doctor José Manuel Mireles iba a ser detenido tarde que temprano. Seguía armado a pesar de que se había llegado a una serie de acuerdos que colocaron el 10 de mayo como límite para el desarme. Mireles no aceptó los acuerdos porque decía que no se había logrado la paz en el estado y que lo haría cuando los delincuentes fueran desarmados.

El doctor entró en un juego de vencidas con el comisionado Castillo, a quien le tomó distancia. Quería hablar con el Presidente Peña. La relación entre Mireles y Castillo se fue deteriorando y desde el accidente del doctor todo entró en un callejón sin salida, que se presumía llevaría a la detención de uno de los fundadores de las autodefensas.

Es probable que el doctor estuviera esperando su detención. En mayo, en larga conversación con el autor de Quebradero, nos dijo que estaba seguro de que iban tras él porque no estaba de acuerdo con lo que estaba haciendo el comisionado en el estado: “Lo único que hicieron cuando uniformaron a algunos autodefensas fue un teatro que bien pudieron hacer en el DF”.

Su detención tiene dos versiones. Por un lado, está la del comisionado Castillo, quien asegura que iba armado, que le encontraron droga, dinero y documentos que muestran transacciones. La otra versión es de su abogada Talía Vázquez. Asegura que no iba armado, que estaba comiendo en el Pollo Loco, que no existen los documentos referidos y que el dinero que llevaba era para el pago de las letras de una camioneta.

Mireles llevaba ya un buen tiempo siendo un problema para el gobierno y para el comisionado. Fue el único de las cabezas visibles de las autodefensas que no aceptó los acuerdos para el desarme. Esto lo llevó a una confrontación soterrada con Castillo, de la cual nunca salieron. El peso del comisionado está a la vista, actúa con plena libertad y es evidente que tiene tras de sí la fuerza del Estado, lo cual lo coloca por encima del gobierno local.

Independientemente de las simpatías y rechazos que puede generar Mireles, es importante que la autoridad tenga bien amarrado el asunto. El doctor está en donde sabía que podía terminar y quizá hasta lo provocó. Era evidente que lo iban a detener porque era el único que seguía armado, hasta su muy admirado Hipólito Mora se había integrado a la Policía Rural.

El gobierno tiene que distinguir los terrenos entre la persecución y la justicia y debe, sobre todo, buscar salidas. Si bien Mireles optó por estar fuera de los grandes acuerdos no se puede perder de vista el papel que juega en varias comunidades michoacanas. Si se llegó al límite se tenía que actuar, la clave está en no inventar un caso y en no crear un montaje.

 RESQUICIOS... Así nos lo dijeron ayer:

* La migración de niños viene de varios años. Margarita Zavala estuvo al tanto, no vaya a ser que por ello no se atienda en este gobierno el tema: Leticia Calderón, investigadora del Instituto Mora.

solorzano52mx@yahoo.com.mx

Twitter: @JavierSolorzano