La izquierda sonámbula en su encrucijada

La izquierda sonámbula en su encrucijada
Por:
  • rafaelr-columnista

En su más reciente ensayo, Contra la izquierda (Anagrama, 2018), el crítico catalán Jordi Gracia define como “izquierda sonámbula” a buena parte del radicalismo de nuevo cuño, que ha entrado en política luego de las movilizaciones de los “indignados” en Europa y el 15/M en España. Lo que sucede con esa izquierda extremista en el siglo XXI es, en esencia, la contradicción entre una cultura política secuestrada por los mitos de las revoluciones del siglo XX y un pragmatismo plebiscitario, propio de las democracias postcomunistas.

 

Mientras acusaban a los socialistas de desvirtuar los valores de la izquierda, los dirigentes de Podemos recurrían a la misma táctica de los viejos revolucionarios del siglo XX: distinguir tajantemente entre una izquierda falsa y otra verdadera, la de ellos por supuesto

 

Pablo Iglesias y Unidos-Podemos serían un caso representativo. Durante las pasadas elecciones, Iglesias se opuso siempre a una alianza con Pedro Sánchez y el PSOE, que reflejaba fielmente lo que a nivel discursivo el propio Iglesias y otros líderes de esa corriente habían sostenido, durante años, sobre la socialdemocracia española. Pensaban esos jóvenes políticos que la socialdemocracia había fracasado, que la propia transición postfranquista era una farsa y que los dirigentes históricos de esa formación (Felipe González, Alfonso Guerra, José Luis Rodríguez Zapatero…) terminaron aliados con la derecha.

En algún momento, Iglesias y Podemos hicieron alguna salvedad con Rodríguez Zapatero, pero siguieron identificando al liderazgo duro del PSOE, especialmente a Alfredo Pérez Rubalcava, con los dinosaurios de la transición. Mientras acusaban a los socialistas de desvirtuar los valores de la izquierda, los dirigentes de Podemos recurrían a la misma táctica de los viejos revolucionarios del siglo XX: distinguir tajantemente entre una izquierda falsa y otra verdadera, la de ellos por supuesto. En tanto izquierda falsa, la socialdemocracia estaba llamada a desaparecer en el siglo XXI, tal y como desaparecía el propio liberalismo, que no entienden sino como sinónimo de conservadurismo.

[caption id="attachment_751410" align="aligncenter" width="1600"] Los 17 ministros del nuevo gabinete del presidente del gobierno español, Pedro Sánchez[/caption]

Con el giro que ha dado la política española, tras la formación del último gobierno del PSOE, encabezado por Pedro Sánchez, Podemos se enfrenta al mayor dilema de su breve historia. Si sigue sus instintos, Iglesias debería oponerse al gobierno, en una presión paralela a la del Partido Popular y Ciudadanos, que, por hegemonizar la oposición, le harán más difícil la tarea. Pero si se guía por el pragmatismo electoral, tratará de abrir un flanco de respaldo crítico al gobierno, para no sumar causas a la derecha y preservar una posición ventajosa de cara a la spróximas elecciones.

En cualquiera de las dos variantes, como opositor o como aliado, Unidos-Podemos se arriesga a perder identidad y, por tanto, respaldo popular. Sobre todo, después del anuncio de un nuevo gabinete, joven, progresista, con más mujeres que hombres y nacionalmente plural. Hay, por lo menos, dos catalanes, dos vascos y cuatro valencianos en el gabinete. Con lo cual, el equipo de Sánchez, aunque no encuentre una solución inmediata al problema del separatismo, especialmente el catalán, por lo menos envía señales de diálogo que atemperan la crisis territorial que vive España desde hace cinco años.

 

Como opositor o como aliado, Unidos-Podemos se arriesga a perder identidad y, por tanto, respaldo popular. Sobre todo, después del anuncio de un nuevo gabinete, joven, progresista, con más mujeres que hombres y nacionalmente plural. Hay, por lo menos, dos catalanes, dos vascos y cuatro valencianos

 

Tan auspiciosa es la composición del nuevo gobierno como incierta su legitimidad, hasta que no se mida en elecciones. Por supuesto que se trata de un gabinete legítimo y constitucional, pero que carga desde un inicio con una imagen de provisionalidad que sólo podría deshacerse en las urnas. En todo caso, la buena aureola que rodea al gobierno, si no comete algún error gravísimo en los próximos meses, favorecerá el desempeño electoral del PSOE y alertará al sector moderado de Podemos sobre las ventajas de una alianza.