La leyenda de los hermanos Carrillo

La leyenda de los hermanos Carrillo
Por:
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Julián Andrade

El cártel de los hermanos Carrillo Fuentes, el de Juárez, llegó a ser el más poderoso a partir de los años noventa, cuando Amado Carrillo se apoderó del control de la organización en 1993, después del asesinato, en Cancún, de Rafael Aguilar Guajardo, un ex agente de la Dirección Federal de Seguridad, convertido en delincuente.

Amado Carrillo conocía bien Chihuahua y había llegado años antes a Ojinaga, para colaborar con Pablo Acosta, un criminal de la vieja guardia y quien dio sentido al traslado de drogas hacia los Estados Unidos.

La muerte de Amado Carrillo en 1997, durante una intervención quirúrgica, abrió el paso al liderazgo de su hermano Vicente Carrillo, quien tuvo que enfrentar la desarticulación del grupo y el enfrentamiento con quien en algún momento fue su aliado: El Chapo Guzmán.

Hace unos días fue detenido, Alberto Carrillo otro de los hermanos, y a decir de las autoridades el verdadero jefe del cártel de Juárez, quien vivía escondido en Nayarit.

A diferencia de sus familiares, no era muy conocido y mantuvo un bajo perfil.

Hay que señalar que la operación de captura, coordinada por la PGR y el CISEN, se realizó sin disparar ni un tiro y que puede representar un logro importante para el gobierno mexicano.

Lo es, además, porque el grupo criminal de los hermanos Carrillo se suele caracterizar por su notable capacidad de corromper a policías y funcionarios de seguridad, y por establecer modelos de negocios que significaron un cambio profundo en el mercado de las drogas.

Amado Carrillo, al igual que Pablo Escobar en Colombia, utilizó durante años una flota aérea que le permitía ingresar en México toneladas de cocaína. Por eso le decían El señor de los cielos.

La estrategia del gobierno mexicano, impulsada desde los noventa, de sellar la frontera sur, obligando a todos los vuelos privados a aterrizar en aeropuertos de Chiapas para ser revisados, orillaron a replantear el trasiego de drogas, dificultándolo, pero también propiciando la llegada de nuevos jugadores, sobre todo los que tenían la posibilidad de utilizar lanchas rápidas e inclusive submarinos.

Por ello, las detenciones de los grandes narcotraficantes implican, también, una nueva correlación de fuerzas en el mercado y desafíos de diverso calibre.

De ahí que las operaciones exitosas deban ser apoyadas por una estrategia precisa, que impida que el grupo criminal se reorganice, ya que por regla general lo hace con un alto nivel de violencia.

Sin duda la leyenda de los Carrillo funcionó como un aliciente que permitió mantener acuerdos y lealtades, al grado de considerarlos celebridades de los bajos fondos.

Un ejemplo es la reciente publicación del libro El señor de los cielos, escrita por Andrés López, el autor del Cártel de los Sapos y quien en el pasado formó parte de una organización tan compleja como despiadada en Colombia: el cártel del Norte del Valle.

López eligió la novela, pero lo hizo al amparo de hechos que le constan y que dan cuenta de la relación del narcotraficante mexicano, con sus socios colombianos.

julian.andrade@3.80.3.65

Twitter: @jandradej