La monarquía del miedo

La monarquía del miedo
Por:
  • valeria_lopez_vela

Recibí con entusiasmo el más reciente libro de Martha Nussbaum, quien, en una comunicación privada, me compartió su orgullo por su más reciente entrega, La monarquía del miedo —The monarchy of fear—.

Desde hace tiempo, la filósofa de Chicago ha insistido en la importancia de las emociones en la política; ha desmarañado el origen emocional de ciertos prejuicios —el asco, por ejemplo—; y ahora nos ofrece una explicación profunda respecto a la elección y los primeros meses de gobierno de Donald Trump.

Para la mayoría de nosotros, el sorpresivo triunfo de Trump fue el inicio de un capítulo oscuro para los valores liberales. El magnate cuestionó el ideal de igualdad desde la precampaña; no dudó en convertir a los extranjeros en adversarios –violadores, rateros–, a la prensa en “enemiga del pueblo” y a los críticos en “traidores”.

Lo que demuestra Nussbaum es que todos esos tweets incendarios y las constantes mentiras de Trump apelan al sentimiento humano más primitivo, el miedo: a la pérdida de empleos, a una América multicultural, a la convivencia e integración con nuevas costumbres, al empoderamiento de las mujeres; en una frase, al inevitable cambio en la historia, al alzamiento de la justicia y al horizonte de la igualdad.

Ésa es la razón por la que, a pesar de la irracionalidad de las propuestas trumpianas, conecta tan bien con ciertos grupos; la política segregacionista del presidente Trump lucra con los miedos sociales y los explota en una retórica divisoria.

Esto se ha ido acentuando y mucho me temo que de cara a las próximas elecciones del martes seis de noviembre; en los eventos de campaña, Trump se ha mostrado contestatario y violento; ha aumentado el volumen de sus discursos de odio pretendiendo instaurar lo que Martha Nussbaum ha denominado la monarquía del miedo.

A pesar de este desolador diagnóstico, Nussbaum afirma que la única manera de vencer al miedo es mediante su contrario: la esperanza. Mientras que el miedo paraliza, la esperanza es un llamado a la acción; a partir de esto, propone algunas vías de solución: movimientos pacíficos de protesta, obras artísticas de denuncia, participación en las discusiones que modelan el ideal de la justicia de nuestras sociedades; involucramiento religioso. Todos ellos se resumen en una palabra: resistencia civil frente a la democracia iliberal, a los totalitarismos.

Lo único que no debemos hacer es no hacer nada. El desinterés, el silencio, la indiferencia son también decisiones éticas y políticas que protegen a los opresores, en cualquier parte del mundo.

Posiblemente estos sean los días en los que la resistencia civil sea la posición responsable; en los que las voces valientes y perseguidas sean a las que tenemos que prestar más atención; en los que la crítica responsable sea el criterio y el método de salvaguarda democrática.