La sociedad mexicana desde fuera

La sociedad mexicana desde fuera
Por:
  • larazon

Recientemente la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) presentó un Vistazo a la Sociedad de sus países miembros. Los resultados para México no son muy alentadores en más de un sentido.

Tomando en cuenta a 34 países miembros de la OCDE, se ofrecen comparativos altamente reveladores: México es uno de los países con menores ingresos por individuo (ajustado por poder de paridad de compra), menores niveles de empleo respecto a su fuerza laboral, menores niveles de alfabetización, mayor desigualdad de ingresos, mayores índices de pobreza, mayores dificultades en la administración del ingreso, una de las menores esperanza de vida al nacer y alta mortalidad infantil.

En contraste, México reporta uno de los mayores niveles de experiencias positivas de la OCDE. El estudio entiende los niveles de experiencia positiva como la conjunción de un estado físico descansado, trato respetuoso, sonreír y reír mucho, aprender o hacer cosas interesantes y experimentar gozo.

Lo anterior a pesar de que México también tiene uno de los mayores niveles de desconfianza en el prójimo. En este sentido, el estudio ofrece por lo menos dos observaciones importantes: los niveles de desconfianza son inferiores en 1) los países más ricos y 2) aquellos con una distribución del ingreso más equitativa.

Curiosamente, los altos niveles de desconfianza del mexicano promedio no se limitan al prójimo, también se observa uno de los menores niveles de confianza en las instituciones. Asimismo, México muestra uno de los niveles más altos en comportamiento anti-social (medido por las experiencias de los encuestados, respecto a haber sido robados).

 Interesante. El mexicano distribuye su tiempo con el siguiente orden de prioridades: comer, dormir y beber (43%), trabajo remunerado y estudio (24%), trabajo no-remunerado (18%) y ocio (15%). Al comparar esta composición con la promedio de la OCDE aparece una primera revelación importante: el mexicano promedio traslada casi el 8% de su tiempo hacia el trabajo (remunerado y no-remunerado) en detrimento del tiempo dedicado al ocio y al descanso y alimentación -contrastando así con el individuo promedio en los países miembros OCDE.

Más revelador aún resulta el destacar que los mexicanos somos los que más dedicamos tiempo a trabajar, casi diez horas al día, mientras que el individuo promedio de la OCDE dedica poco más de ocho horas. En cuanto al tipo de trabajo realizado (remunerado versus no-remunerado), México es sólo superado por India en cuanto al tiempo que dedica la mujer al trabajo no-remunerado (que en el caso de todos los países supera al del hombre) -casi cuatro horas y media más que el que dedica el hombre, casi el doble del promedio de la OCDE.

En algunos países miembros, la alta participación de la mujer en el trabajo no-remunerado tiene que ver con el tiempo que dedican al cuidado del hogar y familia, lo que determina su acceso a trabajos pagados en un esquema de tiempo parcial. Sin embargo, vale la pena recordar que este esquema es poco común en México, en contraste con Australia, Japón, Alemania, Holanda y Reino Unido, donde cuarenta por ciento de las mujeres trabajan tiempo parcial remunerado. Al estimar el valor del trabajo no-remunerado como proporción del PIB, utilizando el salario promedio local, resulta que en México éste asciende a casi 45 por ciento.

Los retos para México están ahí y en buena medida no son sorpresivos. ¿Estamos a la altura de nuestros retos?, ¿identificamos un proyecto nacional en línea con la superación de las adversidades?, ¿reconocemos apropiadamente el esfuerzo no-remunerado al tiempo que avanzamos en mayor equidad laboral entre hombres y mujeres? Cierto, México es de los países que más trabaja, también de los que menos crecen, ¿Invertimos lo suficiente en capital humano? las preguntas están ahí, ¿tenemos a la mano las respuestas?

jvirgenroj@banamex.com