La tristeza de Jojutla

La tristeza de Jojutla
Por:
  • javier_solorzano_zinser

JOJUTLA.— Esta ciudad morelense además de dolida y castigada está profundamente triste. No tiene manera de contener el llanto.

En cada conversación que sostuvimos estos días con un buen número de sus habitantes las imágenes y los recuerdos se les cruzan. Cuando nos cuentan cómo vivieron el temblor se les agolpan los inesperados y doloroso momentos.

No hay necesidad de hacer muchas preguntas. Reviven paso a paso sus historias, que son brutales, estrujantes y penosas. Da la impresión de que la gente de Jojutla se la ha pasado llorando estos días.

Empiezan a conversar y al narrar qué sintieron durante el sismo de inmediato se asoman las lágrimas; es desgarrante, pero nadie se da por vencido, absolutamente nadie.

Pedro organiza uno de los albergues. Trae puesta una playera de México, nos ve y nos lanza una frase que hemos escuchado, con variantes, en diferentes instantes en la ciudad: “aquí nadie se vence; nos pegaron, pero nadie se vence”.

No hay habitante que no se haya visto afectado por el terremoto. Si una casa quedó en buen estado, la de junto está por caer; si una escuela quedó en buen estado, como ocurrió en la colonia Emiliano Zapata, resulta que la mayoría de las construcciones en el lugar está por derrumbarse. Quien supuso que la había librado al salir de su hogar se dio cuenta de que a su auto le cayó encima la vivienda del vecino.

Doña Tere vivió un drama. “Cuando empezó a temblar mi marido me gritaba ¡salte de la casa! No lo podía hacer porque en el cuarto de junto estaba mi mamá, que tiene 90 años. No la podía dejar, me senté junto a ella y nos pusimos a rezar: ¿Dios mío, por qué nos haces esto, qué te hicimos?”, expresó.

El centro de Jojutla requiere de una transformación. Algunas casas quedaron en buenas condiciones, el problema que afrontan es que las que tienen junto o enfrente se pueden colapsar en cualquier momento. Donde el problema es mayor es en la Emiliano Zapata, sitio en que se encuentra el mercado que salió airoso del temblor; la colonia parece una zona de guerra.

La gente pide a los ingenieros y los soldados que no tiren sus casas, que les dejen entrar a ellas “por última vez para poder sacar sus cosas”. El dilema es mayúsculo, algunas con sólo pisarlas se pueden venir abajo, nos dicen los ingenieros estructuralistas: “el riesgo anda por doquier”.

Jojutla ciertamente no está vencido. Sus ciudadanos no dejan de llorar y llorar y preguntarse por qué “Dios les da tanto calor, tanta lluvia y además ahora temblores, hasta parece que no nos quiere”.

RESQUICIOS

Los jugadores de la NFL y la NBA son entre los deportistas de alto rendimiento quienes tienen el proceso más acabado de formación educativa. Al ser seleccionados de sus universidades, su llegada a la NFL y NBA, después de que en un buen número de casos terminar sus estudios les coloca con una formación poco común entre deportistas.

Han aprendido a reflexionar, saber mirar su entorno y entenderlo. No vienen bien las generalizaciones, pero cuando dejan de jugar es cuando se ve de qué están hechos. Si bien algunos quedan muy golpeados o se pierden en excesos, en un muy buen número de casos terminan como destacados profesionales.

Es probable que Donald Trump pase por alto todo esto por su soberbia o por pensar que el mundo gira sólo a su alrededor. Los evitables insultos a los jugadores le pueden repercutir en serio porque ellos son los nuevos dioses de la sociedad, a lo que se suma que sus atractivas protestas tienen que ver con una realidad inobjetable.

La sociedad estadounidense sabe que la policía actúa de manera discriminatoria cuando se trata de negros o de cualquier otra minoría, en particular los latinos.

Ya veremos qué dueño de equipo se atreve a correr a una de sus estrellas, las cuales le dan mucho dinero, ofrecen espectáculo y sobre todo son queridos, admirados y hasta idolatrados por la gente.