Las apariencias engañan

Las apariencias engañan
Por:
  • bibiana_belsasso

Eran casi finales de 2010 cuando tuve la oportunidad de ir a una reunión de empresarios de América Latina en Brasil. Los ojos de todos aquellos empresarios estaban puestos en aquella nación. Luiz Inácio Lula da Silva era el personaje central en aquel momento, le quedaban pocos meses a su mandato. Tenía un carisma que cautivaba y la economía de aquel país parecía estar más estable que nunca. Poco después, y en gran medida por la fama de Lula, su partido ganó nuevamente la presidencia con Dilma Rousseff.

El expresidente Lula viene de ser un líder obrero que vivió carencias al principio de su vida. Cuando alcanzó el poder, lo sedujo la riqueza que estaba al alcance de su mano aunque no la tuviera de manera legítima, pero sobre todo el poder. Su ego fue exaltado a tal punto que cayó en el populismo aun en contra de su pueblo para seguir siendo admirado.

Las apariencias de que Brasil tenía una economía estable y Petrobras era ejemplo para muchas de las petroleras del orbe duraron poco. Hoy sabemos que mucho de eso era una farsa.

Desde marzo de 2014 fue detenida una veintena de personas en varios estados de Brasil, cuando la Policía Federal de Curitiba (Paraná) descubrió una red de lavado de dinero que operaba desde Brasilia y Sao Paulo.

En el proceso de la operación se destapó una red de corrupción en la estatal brasileña Petrobras, así como un sinfín de problemas financieros y políticos, que afectaban a figuras cercanas al gobierno.

Petrobras licitaba sus grandes obras a empresas constructoras y de ingeniería brasileñas, en aplicación de la política “Compre Nacional” implementada por Dilma Rousseff como ministra de Energía para estimular la creación de empleo. De los presupuestos de miles de millones de reales se desviaba sistemáticamente en sobornos un porcentaje cercano al 3 por ciento para empresarios y políticos.

Posteriormente el dinero blanqueado se reintroducía en el sistema mediante negocios de gasolineras, lavanderías u hoteles. Los presuntos delincuentes transferían sumas elevadas de dinero al extranjero, a través de una red de más de 100 empresas “fachada” y centenares de cuentas bancarias que despachaban millones de dólares hacia China o Hong Kong. Las compañías, pura cosmética financiera, simulaban importaciones y exportaciones con el único propósito de recibir o mandar dinero, sin comercio alguno de productos o servicios.

Tras más de dos años de investigación, hay decenas de detenidos, en su mayoría altos ejecutivos de las empresas constructoras, involucradas en un esquema de pago de sobornos por contratos, así como directivos de Petrobras y personajes de la política de los más altos niveles.

La trama de financiación irregular de partidos políticos afecta en principio a todo el arco parlamentario, aunque señaladamente al gobernante Partido de los Trabajadores (PT), al Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) y al Partido Progresista (PP). El caso ha evidenciado prácticas corruptas extendidas desde hace lustros entre la élite del país.

El expresidente Luiz Inácio Lula da Silva fue llevado a declarar el pasado viernes 4 de marzo en el marco de la operación Lava Jato (lavadero de autos), que investiga la red de corrupción en la petrolera estatal Petrobras y que se abrió hace dos años.

La policía registró su vivienda en Sao Paulo, lo llevó hasta el aeropuerto de Congonhas y lo interrogó durante más de tres horas sobre su presunta implicación en el millonario desvío de dinero de la petrolera.

La fiscalía lo acusa de ser “uno de los principales beneficiarios” de un sistema de desvío de dinero en Petrobras entre 2004 y 2012, del cual supuestamente salieron 10 mil millones de reales (aproximadamente 2 mil 640 millones de dólares) para favorecer a empresas corruptas.

El Ministerio Público Federal sospecha que Lula recibió unos 10 millones de dólares; una parte de ese dinero fue para pagar conferencias y otra para reformar dos casas de fin de semana en Sao Paulo, aunque el exmandatario lo niega.

Lula ha dicho estar indignado por haber sido detenido de esa forma: “Soy víctima de un espectáculo mediático. Si querían oírme sólo tenían que haberme llamado y yo habría ido, porque no debo nada a nadie y no temo nada”. “Si encuentran en mi cuenta un solo real que hable contra mi conducta, no merezco ser de este partido.”

La presidenta Rousseff, quien enfrenta una grave crisis política y sus niveles de aprobación no superan el 11.4 por ciento, también compareció en apoyo a Lula.

Un escándalo en Brasil que todavía dará mucho de qué hablar y pensar. Aquí, en México, muchísimos especialistas hace pocos años decían que teníamos que tomar el ejemplo de Brasil; afortunadamente ese ejemplo no se tomó.

bibibelsasso@hotmail.com

Twitter: @bibianabelsasso