Las y los desplazados

Las y los desplazados
Por:
  • javier_solorzano_zinser

No se conoce a detalle el número de desplazados. Hay cifras y estadísticas, pero el verdadero estado de las cosas es un enigma. En muchas comunidades sus habitantes dejan sus hogares porque buscan nuevas condiciones laborales y de vida, al tiempo que también pueden estar huyendo ante las amenazas y la violencia bajo las cuales viven.

En algunos países de Centroamérica esto último es cuestión de todos los días. México no es sólo receptor de quienes aspiran a lo que se conocía como el “sueño americano”, ahora también es centro de solicitudes de refugio.

Muchos jóvenes huyen de sus hogares antes que tener que pertenecer a bandas como las Maras u otras del mismo tipo. Los padres de los jóvenes son los primeros en exigir a sus hijos que se vayan. Saben que quedarse los puede colocar en peligro de morir, lo que incluye también a sus familias.

México no está muy lejos de ello. Con variantes muchas familias deben abandonar sus hogares ante la violenta presencia de la delincuencia organizada. Tienen que dejar sus hogares particularmente los padres y los hijos hombres porque es con ellos con quienes los delincuentes “tratan”, ya sea para cobrar el derecho de piso o para cooptarlos.

Los desplazados son incontables y son parte de la severa e interminable crisis de inseguridad e impunidad. Las autoridades han confundido, o algo parecido a esto, la determinación de algunos de dejar sus comunidades por razones laborales con la forzada decisión de salir huyendo; son dos cosas diferentes.

Las consecuencias en ambos casos son cada vez más graves porque se desarticula el tejido social. Algunas comunidades se van materialmente vaciando quedándose fundamentalmente con mujeres y niños. Bajo estas condiciones no hay manera de frenar la descomposición social.

En el caso de los desplazados los hogares se rompen, siendo los más afectados los niños. No sólo porque son cambiados de casa y de escuela, sino también por lo que ven y viven. Pierden lo mucho o poco que tienen. El cambio de vida es total: dejan la escuela, los amigos, su barrio, sus familiares y sus casas.

Si de por sí para cualquiera un cambio de esta naturaleza es difícil, imaginemos lo que puede ser para un niño, el cual no tiene los mismos mecanismos de defensa y entendimiento de los muchas veces irracionales adultos.

El cambio de escuela es un volver a empezar y más cuando es forzado. Es relacionarse con nuevos compañeros, quienes se preguntarán muchas cosas sobre los “nuevos del salón”. Los maestros pueden jugar un papel estratégico, pero muchas cosas pueden estar lejos de su alcance. Entre los niños suele suceder que se establecen relaciones fuertes, pero también pueden ser hirientes, y más cuando ellos vienen de ambientes como el de los desplazados.

Revisemos lo que ha venido pasando en Coahuila, Guerrero, Michoacán, Sinaloa y Veracruz, por citar las entidades en donde los problemas de los desplazados están más a la vista. En muchos municipios de estos estados se ha presentado forzadamente una transformación en la estructura de la población.

Algunas comunidades se han quedado vacías, lo que significa que la delincuencia organizada se apodera de ellas a fin de usarlas para el paso de la droga —u otras actividades delincuenciales— y el control de la “plaza”, al tiempo que pertrecharse ante el ataque, la ausencia o la complacencia de las autoridades.

El tema por donde se vea es dramático y doloroso. La gente no se mueve por gusto. El fenómeno rebasa a muchas familias, las cuales tienen que huir, paradójicamente, de lo que es de ellas.

 RESQUICIOS. Así nos lo dijeron ayer:

* No se ha definido todavía si Cuauhtémoc Blanco firmó o no por 7 mdp para ser candidato a la presidencia municipal de Cuernavaca. Esta semana sabremos; en caso de que lo haya hecho se le puede acusar de falso testimonio, lo que es un delito grave: Javier Pérez Durón, fiscal general de Morelos.

solorzano52mx@yahoo.com.mx

Twitter: @JavierSolorzano