Lo que Cumbre se llevó

Lo que Cumbre se llevó
Por:
  • montserrats-columnista

La Cumbre de las Américas se llevó consigo el olor rancio del otrora poderoso “Bloque bolivariano”. Como hacía muchos años no sucedía, los populismos de izquierda se vieron arrinconados y debilitados ante el crecimiento en la región de regímenes de derecha, algunos de ellos ciertamente populistas.

La nota de la Cumbre la dio la condena al régimen venezolano, país que fue vetado de la reunión, y las advertencias de las principales naciones de Latinoamérica en el sentido de que no reconocerán las próximas elecciones venezolanas por considerarlas faltas de garantías democráticas. La exigencia fue clara sobre Maduro: el continente no está dispuesto a tolerar una dictadura disfrazada. Sin embargo, nuevamente la votación fue insuficiente para tomar medidas directas sobre Venezuela, considerando que los países de las Antillas, dependientes del petróleo de Maduro, no mordieron la mano que les da de comer.

Siguiendo el tema electoral, la mención de los comicios en Brasil y México, dos de las economías más fuertes e influyentes del continente, fue de destacar. Latinoamérica necesita que estas dos economías se consoliden y se limpie su democracia. Es el momento para que ambos países muestren que se puede hacer política sana. La consolidación de las democracias latinoamericanas es el paso previo que se necesita para afrontar unidos las amenazas del exterior y el mismo viraje impredecible del EU de Trump.

El otro tema de interés que reflejó la reunión en Lima fue el gran lastre que la corrupción representa para nuestra región. Más que los tratados de libre comercio, la agresión de Estados Unidos, la migración o el crecimiento de la influencia china en Latinoamérica, los países mostraron que el principal interés es la lucha contra este mal que impide la consolidación de nuestras democracias y el crecimiento constante, estable y legítimo de nuestro continente. Si Latinoamérica es una de las regiones con mayor índice de desigualdad y pobreza, la corrupción es la culpable.

La gran preocupación continental no fue Trump, sino Odebrecht y la sombra de los gobiernos corruptos que traicionan y fomentan la desigualdad y el descontento social. Esto muestra que nuestros países, lejos de poner la mirada en el exterior, como muchas veces se hizo, miran sus estructuras democráticas internas y las reformas estructurales que necesitan para fortalecerse de cara al futuro. Con los casos del que debería haber sido el anfitrión, Pedro Pablo Kuczynski, fuera del poder y del expresidente Lula tras las rejas, Latinoamérica muestra que esta etapa de inestabilidad política no es como las anteriores, sino que responde a una esperanzadora era en la que la impunidad presenta sus primeras grietas.