Lord Cowdray

Lord Cowdray
Por:
  • guillermoh-columnista

Uno de los hospitales de mayor prestigio en la Ciudad de México —acaso el de mayor reconocimiento nacional e internacional— es el American British Cowdray, conocido por las siglas ABC o, de manera más común, como el hospital inglés.

Este hospital surge de la unión de dos hospitales previos, el americano —fundado en el siglo XIX— y el inglés —que surge como una clínica a principios del siglo XX—. Durante varios años, el ABC ocupó el enorme predio en el que ahora se encuentra el Hotel Camino Real en la colonia Anzures. En 1964 se mudó a sus instalaciones actuales en la Avenida Observatorio. Años más tarde abrió un moderno hospital en la zona de Santa Fe.

¿A quién refiere el apellido Cowdray en el nombre del hospital? A Lady Ann Cowdray, esposa del magnate Weetman Pearson, primer Vizconde de Cowdray, quien en 1919 donó un millón de pesos oro para la fundación de la clínica inglesa. Para darnos una idea de cuánto sería hoy en día esa suma de dinero, imagine usted cuántos centenarios, moneda de cincuenta pesos oro, habría que juntar para alcanzar esa suma. Hoy en día equivale a unos setecientos millones de pesos.

Los vizcondes Cowdray fueron conocidos por su labor filantrópica en todo el mundo. ¿De dónde procedía su riqueza? ¿Por qué donaron ese dinero en México?

Lord Cowdray fue uno de los hombres más acaudalados y poderosos del mundo y una parte significativa de su capital la consiguió por sus inversiones en nuestro país. El magnate vino a México para ejecutar uno de los proyectos de infraestructura más importantes del gobierno de Porfirio Díaz: el ferrocarril en el Istmo de Tehuantepec. Díaz le concedió a Lord Cowdray este proyecto estratégico para que no quedara en manos estadounidenses. Una vez en México, Lord Cowdray se percató de la riqueza petrolera del país. Durante varios años invirtió millones de dólares en la exploración del subsuelo mexicano hasta que su perseverancia tuvo recompensa y encontró el pozo más rebosante de todo el mundo: el Potrero del Llano. El aceite mineral que brotó de este pozo legendario fue crucial para sostener la economía de guerra británica durante el conflicto mundial de 1914-1918. México ya era, para entonces, el tercer productor mundial de petróleo.

El estallido de la Revolución Mexicana preocupó a Lord Cowdray, que quiso desprenderse de su compañía, la famosa El Águila, desde 1910. Madero persuade a Lord Cowdray de no vender a los estadounidenses. La Constitución de 1917, que decretaba la propiedad de la nación sobre el subsuelo, convence a Lord Cowdray de que lo más sensato era retirar sus inversiones del país. En 1919, El Águila fue vendida al consorcio anglo-holandés Royal Dutch Shell. Lord Cowdray hizo el negocio de su vida. En 1938, el gobierno mexicano expropió la industria petrolera extranjera.