Los ladrones de Río Frío

Los ladrones de Río Frío
Por:
  • rodolfoh-columnista

En una ciudad donde la marginación es brutal, donde modernidad y retraso conviven en una extraña naturalidad, aún padecemos delitos dignos de otros tiempos o de lugares lejanos. En muchos sentidos se puede decir que el país entero no ha superado el robo de diligencias en Río Frío.

Hace apenas unos meses asaltaron a comensales en restaurantes de la Roma y la Condesa y hace un par de días tocó en el centro de Coyoacán. A mí alguna vez, hace muchos años, me sucedió lo mismo, pero en la Del Valle. Sin embargo, mi temperamento de entonces, combinado con coraje, hizo que saliera tras los asaltantes. Con la ayuda del 061 y la valiente intervención de policías, se logró la captura de los delincuentes quienes pasaron varios años tras las rejas.

Pero eso no es lo correcto, no es la función de los ciudadanos combatir el crimen. Y evidentemente el uso de tecnología para tener a la ciudad bien cubierta con videovigilancia no es suficiente. Seguimos sin contar con equipos de reacción inmediata, seguimos sin una fuerza de tarea adecuada para moverse rápidamente en una urbe complicada como la nuestra.

Y, sobre todo, seguimos sin contar con elementos asignados de manera eficiente e inteligente para que su presencia se sienta y disuada a los criminales. En todas las grandes urbes el delito existe: En Madrid y en Roma está lleno de carteristas, y en Copenhague también se da el robo a casa habitación. Y es que nadie pretende que la Ciudad de México sea como Ginebra, pero sí merecemos el poder comer tranquilamente en un restaurante.

Algo pasa que las prioridades son otras. La asignación de elementos policacos se da de manera equivocada, porque ahora resulta que se ven más policías auxiliando a las empresas administradoras de los parquímetros, que vigilando las calles (y ésta no es una posición en contra de los parquímetros, es una simple observación).

Ya a alguien, a uno que se refugia en París, se le ocurrió traer a Rudolph Giuliani, según esto sin costo para los contribuyentes, para que resolviera nuestros problemas de seguridad. Evidentemente no funcionó, y creo que Mondragón y Kalb hizo más en ese terreno y sin tanta pompa. Pero lo que es cierto es que no estamos ganando la batalla para hacer sentir a las personas más seguras.

Así como en la Quinta Avenida de Playa del Carmen es intolerable que asesinen a transeúntes, en nuestra ciudad es inadmisible que continúen delitos como los asaltos en periférico o el robo a parroquianos.

Y aunque el voto corporativo evita que en las urnas se sienta la frustración ciudadana, poco a poco hace mella y se refleja en la abstención y en el rechazo a todo lo que huela a gobierno.

Es difícil como ciudadano involucrarse en tareas de seguridad pública porque además es una función esencial del Estado. Nos la deben otorgar, debe ser prioritaria; y si las estrategias elegidas no dan resultados satisfactorios, cambiar es imperativo.

Twitter: @RudyCoen