Luis Buñuel: aforismos

Luis Buñuel: aforismos
Por:
  • larazon

Otto Granados

Esta semana se cumplieron tres décadas de la muerte de Luis Buñuel. Desde luego que su principal legado son las decenas de películas que dirigió, varias de las cuáles son aún ahora verdaderas obras maestras.

Luego viene el lugar tan cursi y común de recordarlo por las comidas en su casa de Félix Cuevas en la ciudad de México y sus martinis. Pero lo que es menos conocido es su imaginación singular y compleja contenida en las memorias que, tras años de conversaciones con Jean-Claude Carrière, publicó con el título de Mon dernier soupir en 1982, un libro lleno de verdaderos aforismos como los que aquí se reproducen.

—La angustia más horrenda ha de ser la de estar vivo y no reconocerte a ti mismo, haber olvidado quién eres.

—La memoria… no está amenazada solo por el olvido, su viejo enemigo, sino también por los falsos recuerdos que van invadiéndola día tras día.

—Que nadie me pida mi opinión en materia de pintura: no la tengo. La estética nunca me ha preocupado.

—He encontrado siempre en el acto sexual una cierta similitud con la muerte, una relación secreta pero constante.

—El bar es para mí un lugar de meditación y recogimiento.

—Un mundo sin petróleo me ha parecido una especie de paraíso posible en el marco de mi utopía medieval.

—El surrealismo triunfó en lo accesorio y fracasó en lo esencial.

—No es tan fácil guardar fidelidad a una moral precisa. Constantemente tropieza con el egoísmo, la vanidad, la codicia, el exhibicionismo, la ramplonería y el olvido.

—Nada parece tan abominable como los himnos nacionales.

—A solas con mi martini, dudo de las ventajas del dinero y de las ventajas de la cultura.

—La casualidad es la gran maestra de todas las cosas. La necesidad viene luego.

—Algunos sueñan en un universo infinito, otros nos lo presentan como finito en el espacio y en el tiempo. Heme aquí entre dos misterios tan impenetrables.

—El azar no puede ser una creación de Dios, porque es la negación de Dios.

—La ciencia no me interesa. Me parece presuntuosa, analítica y superficial.

—Los paranoicos son como los poetas. Nacen así.

—La lluvia hace a las grandes naciones.

—No me gustan el desierto, la arena, la civilización árabe, la india ni, sobre todo, la japonesa. Sólo soy sensible a la civilización grecorromana.

—Yo no respeto a nadie porque sea buen escritor. Hacen falta otras cualidades.

—No me gustan las estadísticas. Es una de las plagas de nuestra época.

—Las manías pueden ayudar a vivir.

—A algunas mujeres les gustan los enanos. Quizá porque experimentan la impresión de tener a la vez un amante y un hijo.

—Solo y viejo, no puedo imaginar sino la catástrofe o el caos.

—Con mis periódicos bajo el brazo regresaría al cementerio y leería los desastres del mundo antes de volverme a dormir, satisfecho, en el refugio tranquilizador de la tumba.

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