Maestros reprobados: ¿qué hacer?

Maestros reprobados: ¿qué hacer?
Por:
  • larazon

Las miserias formativas exhibidas por los docentes mexicanos no pueden quedar tan sólo en la vergüenza pública. Aunque el problema es variado, hay que empezar por algún lado. Por ejemplo, con las graves distorsiones existentes en la estructura de financiamiento de la educación y su falta de rendición de cuentas.

Los maestros mexicanos tienen la costumbre de creer que, gracias al sindicato, su plaza les ha sido escriturada a perpetuidad y que tienen el derecho sagrado a un salario creciente, envidiables prestaciones, poca carga de trabajo y vacaciones prolongadas, sin ofrecer a cambio contraprestación alguna que mida la calidad de lo que hacen o el desempeño de sus estudiantes.

Este esquema, pervertido por el contubernio entre el sindicato y los gobiernos, ha creado un poderoso incentivo para rendir cuentas no al empleador ni a los padres de familia ni a los alumnos, sino, exclusivamente, al sindicato.

El saldo catastrófico del reciente examen es la mejor oportunidad de rectificar ese esquema y el gobierno está moral, política y económicamente obligado a actuar. Aquí van algunas opciones.

1.- Descentralizar al sindicato. La situación actual ha generado un procedimiento pernicioso mediante el cual el SNTE y la SEP negocian cada año el aumento salarial. Una vez firmado, el sindicato va a los estados e inicia una segunda negociación con los gobiernos, donde normalmente obtiene más dinero y prestaciones. Partir al SNTE en sindicatos estatales autónomos evitaría la doble sangría, reduciría a los gobernadores la presión central y podría abrir la puerta a nuevas formas de organización sindical local más comprometidas con la calidad educativa.

2.- Eliminar las cuotas sindicales. Cada mes, los trabajadores docentes y no docentes aportan el 1% de su salario como cuota sindical. Hacienda transfiere ese dinero, estimado en unos 100 millones de dólares al año, al SNTE, el cual, como no rinde cuentas públicas, lo maneja con absoluta largueza y opacidad, con la excepción de un porcentaje menor y variable que devuelve a las secciones estatales. El gobierno podría reducir el monto por lo menos a la mitad y entregarlo directamente a las propias secciones. Esto agregaría unos pesos al bolsillo del trabajador y daría capacidad financiera (y por ende de autonomía) a los liderazgos locales.

3.- Acotar el espacio presupuestal. Como los gobernadores tienen manga ancha para disponer los recursos asignados a educación y quieren congraciarse con —o tienen miedo a— la dueña del SNTE, entregan lo que ésta les pide. El Congreso debe impedir, en el presupuesto federal, la discrecionalidad en las asignaciones locales para gasto corriente (93% va para salarios) y etiquetar, bajo la vigilancia de la ASF, una proporción creciente a gasto de inversión educativa.

4.- Reorganizar el salario docente. En la próxima negociación con el SNTE deben establecerse nuevos criterios para integrar el salario y las prestaciones y otorgar el aumento anual, a fin de sujetarlos, mediante un mecanismo de evaluación objetivo, externo y transparente, al desempeño escolar de los alumnos y el éxito de las escuelas.

Cualquier otro discurso, es demagogia pura.

og1956@gmail.com

fdm