Marcos y el olvido

Marcos y el olvido
Por:
  • larazon

Gil Gamés

Repantigado en el mullido sillón del amplísimo estudio, Gil abrió la puerta de los archivos electrónicos de sus viejas columnas. Gamés se arrodilla ante la curiosidad. Si este acopio hubiera sido físico, le habrían caído a la cabeza cientos y cientos de cajas repletas de cuartillas (jóvenes, así se llamaban antes las hojas de papel tamaño carta que se usaban para escribir en ellas textos diversos). Al buscar el nombre “Marcos”, o “subcomandante”, o “subcomediante”, aparecieron infinidad de entradas y salidas. Gamés quisiera refrescarse (así, en reflexivo) la memoria con algunos párrafos de este personaje del sureste que concentró la admiración del mundo cultural, de los mundos culturales de aquí y allá. Toda esa admiración dilapidada, diría Elias Canetti. Aquí van unas tabletas del pasado, del año de 1998, la lectora y el lector podrán juzgar si han caducado 16 años después:

Nadie sabe los castigos que esperan a la vuelta de la esquina. Por esta razón Gil Gamés estaba tan quitado de la pena hasta la mañana en que por una imprudencia sin perdón leyó unos cuantos párrafos del más reciente, candente, estridente (y todo lo que termine en dente) comunicado del subcomandante Marcos, publicado por el periódico La Jornada. Perspicaz como es, Gil notó que era mucho más que un comunicado, aquellas declaraciones eran todo un suplemento, un encarte de cuatro páginas con sus fotos de políticos malvados y toda la cosa.

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El suple del sup estaba plagado de epígrafes, de subtítulos, de alegorías en letra grande y tenía un gran título, “México 1998: tres mesas para la cena de fin de siglo”. El suple del sup ya era un motivo grande para suponer que los dioses lo habían abandonado pero, curioso como es, Gamés leyó unos párrafos como que no quiere la cosa y ¡sopas!, empezó la tormenta. Considerado como es, Gil no torturará al lector, sólo dos o tres cucharadas. Van: “La luna es una pastilla mal cortada, arrojada encima de la mesa que la madrugada pone sobre las montañas del sureste mexicano (abajo el río asemeja una serpentina plateada, olvidada y rota después de una fiesta)”.

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Gil Gamés asemejaba ya a un cetáceo varado en la playa, olvidado y roto después de la fiesta del lirismo. Por lo demás, Gil sabe que el cielo es un manto que cubre los sueños de la poetry. Después de escribir esta frase Gamés derramó dos lágrimas por la prosa de intensidades y las figuras que salen del alma y la cursilería que los admiradores confunden con prosa magnífica.

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“¡No tiene prosa el muñeco del sureste!, gritó Gil Gamés que también es el mismo de siempre, pero siempre otro, nuevo, mejor. En eso Gamés está totalmente de acuerdo. Además, si el sup tiene su suple y tres mesas, Gil también tiene su suple y “Tres sin Sacar”, caviló Gamés en pleno amorío con LA MAR.

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Ahora mal: como decían las mamás de antes: ¿qué ha hecho Gil para recibir semejante castigo? ¿Se merece esto Gamés, después de dar lo mejor de sí mismo? Gil manda desde aquí un mensaje a la sociedad civil, a las Ongs, las Diócesis, a las almas buenas coyoacanitas que van a comer a los restoranes de la Condesa: El Sup confunde la mesa, la masa y la musa.

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Cierto, los viernes Gamés toma la copa con amigos verdaderos. Mientras los camareros, mju, acercan las bandejas que soportan el Glenfiddich 15, Gil pondrá a circular esta máxima de Eugéne O’Neill: “El presente y el futuro no existen, sólo el pasado que se repite”.

Gil s’en va

gil.games@3.80.3.65

Twitter: @GilGamesX