Más zombis

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Por:
  • larazon

Fernando Escalante Gonzalbo

El plan de retiro que anunció hace unos días la UNAM permite ver, como en una miniatura, condensados, los rasgos más característicos del desastre educativo. El plan propone otorgar de manera excepcional un paquete de “estímulos” a los profesores de 70 años, para jubilarlos, y que su plaza sea ocupada por otros de menos de 37 años, 39 las mujeres (obviamente, no se trata de estimular nada –pero la inercia del nuevo lenguaje hace que se llame así a cualquier forma de sobresueldo en el sistema educativo).

Era necesario, ese plan o algún otro, por la sencilla razón de que la edad promedio del profesorado de la universidad está por encima de los 60 años. Ahora bien, eso sucede porque a mediados de los años ochenta se decidió hacer más “productivo” el sistema de educación superior mediante el sistema de mantener salarios muy bajos, con un esquema de “estímulos” asociados a clases, publicaciones, tesis. El resultado es que el “salario base” de un profesor universitario es más o menos una cuarta parte de su ingreso real. Sobre esa base se calcula su jubilación, de modo que nadie puede jubilarse. Y por eso hace falta echar un remiendo, como el que ha propuesto el rector.

El problema es común a todas las instituciones públicas de educación superior, y es consecuencia directa, obvia, del modelo adoptado hace treinta años. No es lo más interesante eso, sino que el plan, habiendo visto con claridad el problema, no hace nada para remediarlo. Los jóvenes profesores de 37 años, y los de 69, se van a ver en las mismas condiciones –con un ingreso incierto, de “estímulos”, y sin posibilidad de jubilarse.

El lenguaje neoliberal intimida todavía de tal manera que nadie se atreve a proponer otra cosa. Ni a decir lo que todos sabemos: que los esquemas de gestión neoliberal, el de la educación superior para empezar, han sido un desastre. Y deambulan, con una vida siniestra, ideas muertas hace tiempo ya –zombis.

Hay otros remiendos. Cátedras del Conacyt, que mediante una compleja burocracia, y evaluaciones anuales, ofrecen plazas de investigación con un término máximo de diez años. O el Sistema Nacional de Investigadores, que está pensado precisamente como obstáculo para una carrera académica. Dos frases: en lo fundamental, una carrera significa la posibilidad de acumular méritos, experiencia, jerarquía, también ingresos; el SNI está diseñado para que nadie acumule nada, que todo se tenga que demostrar de nuevo, cada tantos años –de modo que nadie tenga un ingreso seguro.

El sistema actual supone que para elevar la “productividad” de los académicos hace falta mantener los salarios muy bajos, y un nivel de ingresos incierto, siempre revocable. Los resultados están a la vista –una planta envejecida, desmoralizada, con varios empleos. Alguien tendría que decir, alguna vez, que el modelo no ha funcionado, que para tener una buena universidad necesitamos para empezar profesores de planta bien pagados, a los que se trate con respeto. No ha sido el rector de la UNAM, lástima.