Medallero olímpico y realidades nacionales

Medallero olímpico y realidades nacionales
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Ayer terminaron los Juegos Olímpicos de Río y, después de días de sufrimiento en los que México no ganaba ni una medalla, y pareciendo hacer gala de una idiosincrasia nacional de dejar todo para el final, 5 deportistas lograron ganar una presea. No ha sido el mejor resultado de la historia, pero tampoco el peor.

Sin embargo, en repetidas ocasiones he escuchado que resulta increíble que, aún cuando somos la 15ª economía mundial, hayamos terminado en el puesto 61 del medallero.

Si los resultados olímpicos dependieran del tamaño total de la economía, sería aun más sorprendente que la 7ª economía mundial, India, hubiera terminado en la posición 67 con sólo un par de medallas. Cifras tan generales como el Producto Interno Bruto no permiten entender a cabalidad las condiciones que se viven en un país.

Algunos tratan de hilar un poco más fino y señalan que hay que ver la riqueza en comparación con la población, es decir, el PIB per cápita. Pero esta medida tampoco nos sirve de mucho, porque entonces lo inexplicable sería por qué Qatar, a pesar de ser el quinto lugar mundial en esta cifra, sólo obtuvo una medalla.

Por muchos años varios economistas de fama mundial, como Amartya Sen o Joseph Stiglitz, han luchado por superar estas formas de tratar de medir la situación de una nación. Como alternativa, hemos pasado a crear cifras más realistas, como el Índice de Desarrollo Humano (IDH), que integra mediciones de calidad de vida, salud y educación.

Si se toman estas cifras y se comparan estadísticamente con el medallero olímpico, aún hay discrepancias, como que Noruega, que tiene el mejor nivel mundial, sólo hubiera ganado 4 medallas, o que China, con su posición 90, haya sido el segundo país con más distinciones. A pesar de ello resulta un mejor predictor para entender el desempeño de la mayoría de los países. Por ejemplo, en esta medición México ocupa la posición 70 mundial, por lo que ocupar la posición 61 del medallero significa que, inclusive, el resultado es mejor de lo que podría esperarse. Igualmente, India, a pesar de su riqueza absoluta, aún vive una rampante desigualdad y falta de oportunidades que se cristalizan en su posición 130 en el IDH.

Decir que, dadas nuestras circunstancias, el resultado en los Juegos Olímpicos es el esperado no se convierte en una defensa para los desatinos y desfiguros de nuestro titular de la institución deportiva nacional o la rampante corrupción que impera en muchas de las federaciones deportivas. Por el contrario, es un llamado de atención para entender la situación real de México y del resto de los países.

Podremos tener una economía nacional de talla mundial, pero nuestros indicadores más realistas, como los relacionados con educación, pobreza, de-sigualdad y corrupción, entre otros, muestran a un país en el que nuestros atletas olímpicos prosperan no gracias a la realidad nacional, sino a pesar de ella. Las tareas pendientes para todas las naciones prósperas radican en hacer que esa prosperidad sea para todos sus habitantes y, en esa medida, sus indicadores y resultados mejorarán.

leonugo@yahoo.com.mx

Twitter: @leonugo