Medios, la asignatura pendiente

Medios, la asignatura pendiente
Por:
  • larazon

Otto Granados

El número de agosto de la revista Nexos , si bien centrado en la relación entre prensa y violencia durante el sexenio anterior, vuelve sobre una de las asignaturas pendientes más relevantes de la actual vida pública mexicana: la profesionalización genuina, real, maciza de sus medios de comunicación. Veamos.

Las singularidades de la política mexicana en la era de la alternancia han producido una cantidad impresionante de opiniones, críticas, análisis y propuestas sobre cómo hacer más eficiente el funcionamiento del régimen político y sus instituciones electorales, legislativas o judiciales. Pero parece haberse dejado de lado el examen de una de las variables más importantes en la consolidación de una democracia de calidad, una cultura cívica de alta intensidad, y un elevado capital ético y social, que es el sistema de medios de comunicación.

Ese sistema ha experimentado, durante la última década, un crecimiento importante en términos cuantitativos, pero su influencia en la configuración de la llamada “opinión pública”, su protagonismo escenográfico y su capacidad para diseñar e influir en la agenda política del país han corrido a una velocidad mucho mayor de suerte que el efecto obvio, seguramente sin desearlo, es que ha colocado a los propios medios bajo la lupa, y lo que ésta muestra, por lo pronto, es que, a diferencia de otros actores públicos relevantes, los medios parecen operar en un contexto caracterizado por un marco legal obsoleto, niveles preocupantes de opacidad, carencia de contrapesos, nula rendición de cuentas y, en suma, una ausencia casi absoluta de mecanismos de responsabilidad de los medios ante la ciudadanía.

La percepción inicial de este paisaje es que la relación entre medios, democracia y cultura cívica se balancea sobre una paradoja: el sistema mediático que fue en su día resorte importante para la alternancia electoral y la construcción democrática, podría estar engendrando su némesis, es decir, un sistema que ahora más bien dificulta avanzar hacia una democracia de calidad y una sociedad civil fuerte, autónoma, participativa y políticamente madura.

Es un lugar común afirmar que los medios en México viven niveles de libertad sin precedentes. A la vez promotores y beneficiarios de la alternancia, los medios son la expresión más acabada de los nuevos poderes fácticos afianzados en los tiempos democráticos, y aunque muchas veces su penetración real no coincide con su relevancia pública, vistos en conjunto aparecen como los actores naturales y quizá únicos de lo que Raúl Trejo ha llamado una “inmoderada, prepotente e impune mediocracia”.

Si medios de calidad son inherentes a democracias de calidad, la interrogante radica en desentrañar si en el caso mexicano actual los medios están haciendo su transición de un esquema de libertad e independencia bien ganado y razonablemente consolidado, a otro en donde su operación se caracterice por el profesionalismo, el rigor, la veracidad, la transparencia, y, hasta donde sea posible, la ética. Y todo eso, con excepciones contadas, está por verse.

og1956@gmail.com