Mexicano que nace pobre…

Mexicano que nace pobre…
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  • monicag-columnista

Dice el dicho que infancia es destino. Curiosamente en estos tiempos electorales se vuelve una constante en los discursos de los candidatos incluir el relato de sus historias de vida en las que muchos coinciden en algo:

“Era un niño pobre, que con mucho esfuerzo pudo superarse y estudiar hasta llegar a competir por un cargo público, que hoy le permita luchar por tantos como él.”

Algunas de estas historias son reales, pero otras son una puesta en escena que resulta efectiva para conectar con un ciudadano que, desesperado por mejorar su calidad de vida, fácilmente se identifica con esa realidad.

Y es que en México el que nace pobre tiene el 98 por ciento de probabilidades de morir pobre. Así lo describe con cifras el Colegio de México en su más reciente informe “Desigualdades en México 2018”.

Este documento separa a la población en segmentos que llama “quintiles”, que es un tipo de medición socioeconómica basada en el acceso a bienes y servicios de una persona, siendo el quintil 1 el más desfavorable y el quintil 5, el que goza de mayores oportunidades.

Este estudio señala que sólo el 2.1 por ciento de los mexicanos nacidos en hogares del quintil 1 logra “escalar” socialmente en la edad adulta al quintil 5. Sin embargo, la gran mayoría (el 76 por ciento) se mantendrá entre los dos grupos más desfavorecidos el resto de su vida.

[caption id="attachment_751389" align="aligncenter" width="2953"] Niño captado en su casa en Zacatecas el pasado 30 de abril[/caption]

En este informe se expone el caso de dos mujeres nacidas el mismo día del mismo año, pero en condiciones sociales y económicas abismalmente separadas.

María nació en una comunidad rural mixe del Istmo de Tehuantepec, en Oaxaca, donde no había escuela; no sabe leer ni escribir, se casó con un trabajador de la construcción y hoy tiene cuatro hijos que no terminaron la preparatoria.

Emigró a la Ciudad de México en 1985 y trabaja como empleada doméstica desde hace 20 años. Realiza jornadas de 10 horas y gana 300 pesos al día. No tiene seguro médico y cuando llegue a la vejez no tendrá derecho a recibir ninguna pensión.

Matilde nació en Ensenada, Baja California. Su padre es médico, su madre enfermera y ella estudió derecho en la universidad estatal; habla inglés, se casó con un abogado y hoy tiene dos hijas que son profesionistas, bilingües y una de ellas estudia un posgrado en Estados Unidos.

Matilde trabaja en el Poder Judicial de la Federación desde hace más de 20 años, donde gana mil 500 pesos diarios, con todas las prestaciones de ley, y cuenta con un seguro de gastos médicos mayores que le salvó la vida cuando fue diagnosticada con cáncer de mama hace dos años.

María y Matilde nacieron con los mismos derechos según la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos: a la educación, al trabajo digno y a la salud. Sin embargo, sus historias retratan de la manera más nítida la realidad contrastante de la sociedad mexicana que convive bajo el mismo cielo con radicales diferencias que difícilmente mejoran para el más desprotegido.

En un panorama ideal, la movilidad social ascendente es de un 20 por ciento. El país que más se acerca a ello es Canadá con un 13.5 por ciento, Estados Unidos tiene un 7.5 por ciento, mientras que México sólo alcanza el 2.1 por ciento.

Pero además, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) pone el dedo en otro renglón que sepulta a una persona en la desigualdad: ser mujer.

Según la OCDE, la diferencia salarial entre hombres y mujeres es de 17 por ciento en nuestro país, comparado con el 15 por ciento en el promedio de los países pertenecientes a este grupo.

La propia OCDE ha señalado que si las mujeres participaran en el mercado laboral de forma igualitaria con los hombres, el crecimiento económico del país tendría una aceleración.

Sin embargo, en México, en 2016 sólo el 47 por ciento de las mujeres en edad productiva fueron parte de la fuerza laboral, en comparación con el 82 por ciento de los varones. Por lo visto seguimos sin entender que no entendemos…

El próximo martes 12 de junio los candidatos a la Presidencia se volverán a reunir, ahora en Mérida para el último debate organizado por el INE, donde desarrollarán precisamente el tema de la desigualdad, sobre el que hasta ahora ninguno de ellos ha presentado una propuesta concreta e integral.

Veremos si alguno lleva a Mérida una lucecita para ese túnel que en sexenios nadie ha podido alumbrar…