México y la corta memoria

El sello impuesto a la política nacional por esta década de gobiernos panistas tiene la peculiaridad que observó en su momento André Malraux: “Aumentó considerablemente la velocidad, pero se perdió completamente la dirección”.

Un entorno que propicia el advenimiento a la vida pública de personajes como César Nava, un pipiolo incapaz de dimensionar la importancia de la figura que ocupa como presidente del partido en el gobierno.

Si fuera capaz, no incurriría en el despropósito de exhibir él mismo (¡él mismo, por favor!) conversaciones privadas de un gobernador de oposición, que únicamente pueden serle entregadas por los servicios de inteligencia del gobierno.

Al presentar las escuchas al gobernador priista de Veracruz, Fidel Herrera, Nava se convierte en delincuente electoral por usar material obtenido ilegalmente para influir en los resultados de unos comicios.

Además, compromete al gobierno en una guerra sucia de consecuencias imprevisibles por lo extenso de la lista de opositores perseguidos con toda la fuerza del Estado:

—Encarcelamiento de Greg Sánchez, candidato del PRD en Quintana Roo, acusado de narcotráfico, crimen organizado, tráfico de personas y lavado de dinero con base en declaraciones de testigos protegidos.

—La PGR dictaminó que el candidato del PRI en Puebla, Javier López Zavala, supuestamente alteró documentos para despojar de 144 hectáreas que pertenecían a ejidatarios de Tonantzintla.

—La PGR investiga al candidato a gobernador del PRI en Aguascalientes, Carlos Lozano, por presuntamente gastar de manera ilícita 300 millones de pesos para comprar 15 propiedades.

—La PGR investiga a colaboradores de Fidel Herrera en Veracruz por presunto desvío a favor de candidatos del PRI y en contra del candidato panista, Miguel Ángel Yunes.

Estas pesquisas responden a denuncias interpuestas por Nava en su calidad de presidente del partido en el gobierno… el mismo gobierno que designa y paga a los funcionarios de la PGR.

El asunto es que Nava ve la política como un programa de telebasura en el que los espectadores tienen la corta memoria de un gallo. Por eso creyó sepultar su firma en un convenio antialianzas con el PRI para el Estado de México dándole el anillo de compromiso a su novia.

Recurrió al director ejecutivo de la empresa IQ-ZONE, Marcelo Molina, quien sembró en medios y redes sociales la noticia de un viaje de Nava a Nueva York, donde le declaró su amor a la cantante de música infantil Patylu.

Ahora, en el desespero por su anunciadísima derrota del 4 de julio, se apresta a un salto mortal sin protección cayendo en una conducta criminal:

usar grabaciones de inteligencia que sólo pudo obtener gracias a su condición de presidente del partido en el gobierno.

Y no es que sea inconsciente. Es que es un improvisado.

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