Mi jornada electoral

Mi jornada electoral
Por:
  • larazon

Mauricio I. Ibarra

En marzo recibí una notificación de nombramiento como funcionario para la jornada electoral del 7 de junio. Estoy en contra de la reforma que creó al INE porque considero erróneo reunir en un solo organismo las competencias federal y locales en materia electoral. Sin embargo, acepté el nombramiento por estar convencido de que participar en los comicios es una responsabilidad ciudadana esencial.

A diferencia de los procesos electorales anteriores, en éste los mismos funcionarios serían responsables de comicios locales y federales. Para los habitantes de la Ciudad de México esto implicaba la elección de diputados federales, diputados de la Asamblea Legislativa y jefes delegacionales. Debido al mayor grado de dificultad, asistí a dos sesiones de capacitación para familiarizarme con la mecánica de la jornada y conocer a los otros ciudadanos con quienes compartiría la responsabilidad.

A principios de junio recibí el material para que mis vecinos eligieran a sus gobernantes, mismo que quedó bajo mi responsabilidad al haber sido nombrado presidente de una de las tres casillas de la sección electoral que habito. La lluviosa mañana de los comicios llegué poco después de las siete de la mañana a la escuela donde se instalaría la casilla. El director de la escuela pidió ver los nombramientos de los ciudadanos pues temía que fuéramos maestros de la CNTE que impedirían la instalación. Ya dentro de la escuela procedimos a acomodar mesas y sillas. La ley prohíbe instalar la casilla antes de las 7:30 de la mañana. También señala que la apertura se hará a partir de las 8:00. Los escasos 30 minutos no son suficientes para armar urnas, montar canceles, organizar el material que se usará a lo largo de la jornada y llenar la documentación de apertura. A pesar de nuestros esfuerzos, la casilla abrió 45 minutos después de la hora prevista. Algunos de los escasos votantes que esperaban nos recriminaron el retraso, señalando nuestra irresponsabilidad (espero verlos como funcionarios electorales dentro de tres años).

El resto de la jornada transcurrió sin mayores incidentes. Varios funcionarios fuimos saludados por vecinos. Casi no hubo votantes jóvenes. Vi padres que acudieron con sus hijos menores de edad a quienes explicaban sus razones para votar. A las 18 horas la casilla cerró. La ley dice que las boletas de votación locales y federales deben contarse simultáneamente, condición imposible de cumplir física y materialmente (tengo la impresión que los legisladores que aprobaron la reforma nunca han sido funcionarios de casilla).

El cómputo se realizó durante las siguientes horas. Votó poco más del 40% de los vecinos registrados en la sección. Los resultados, avalados por siete observadores partidistas que estuvieron junto a nosotros durante la jornada, dieron el tercer lugar a los votos nulos. Los paquetes electorales fueron entregados en las oficinas del INE y del IEDF antes de la medianoche. Estoy satisfecho de haber cumplido; al mismo tiempo, me quedo con la sensación de que las elecciones mostraron que los mexicanos somos mucha ciudadanía para tan poca clase política.