Miren siempre adelante

Miren siempre adelante
Por:
  • renatos-columnista

A pesar de su importancia, el tema penitenciario suele ser el gran ausente cuando se habla del sistema penal. No es un asunto que suscite simpatías académicas ni presupuestales. Recordamos que la cárcel existe cuando hay homicidios, fugas o motines. En un texto célebre, Vigilar y castigar, Michel Foucault calificó a la prisión como el “taller sombrío”.

Durante mucho tiempo se pensó que la función de la prisión era regenerar o readaptar al reo. De un tiempo a esta parte, va quedando claro que pretender transformar a los internos, en lo que hace a su personalidad, riñe con el derecho penal de acto, con el respeto a la dignidad de la persona y a la pluralidad que caracteriza a las democracias. ¿Y entonces para qué sirve la prisión? ¿Y entonces cómo hacer luz en esas sombras? Las conocidas reglas Mandela o reglas mínimas para el tratamiento de los reclusos de la ONU advierten: “los objetivos de las penas y medidas privativas de libertad son principalmente proteger a la sociedad contra el delito y reducir la reincidencia”.

En junio de 2016 se aprobó en nuestro país la ley nacional de ejecución penal, de aplicación concurrente para todo el país. El principio rector de esta ley es la idea de dignidad. La persona privada de su libertad es justamente eso: persona. Podrá estar presa, pero sigue siendo titular y sujeto de derechos. Los derechos que no estén limitados por la pena deben subsistir al interior de la prisión.

Muy pocos papas se han ocupado del tema de la cárcel y de la pena como lo ha hecho el Papa Francisco. El 23 de octubre de 2014 se dirigió a las asociaciones de juristas, encabezadas por la asociación internacional de derecho penal y la fundación internacional penal y penitenciaria, para recordar justamente: “La cautela en la pena pública debe ser el principio rector de los sistemas penales y la plena vigencia y operatividad del principio pro homine debe garantizar que los Estados no estén habilitados, jurídica o fácticamente, a subordinar el respeto de la dignidad de la persona humana a cualquier otra finalidad, aun cuando se procure alcanzar algún tipo de utilidad social”.

Después del sismo las mujeres que se encuentran en el Cefereso número 16, en el estado de Morelos, escribieron cartas al Papa y a los niños de Jojutla. El Papa decidió responderles, pero hizo uso de la tecnología y la respuesta fue en vivo, desde el Vaticano. Habló, pues, con ellos y con ellas.

A las mujeres les dijo: “Miren siempre adelante, lo que ustedes están viviendo ahora es un paso en el camino de la vida para poder después vivir mejor todavía y construir la libertad, la paz y la armonía y todas esas ilusiones que ustedes tienen dentro”.

Nosotros le enviamos un mensaje de agradecimiento cuyo texto reproduzco íntegramente:

“Su santidad, Papa Francisco, agradecemos profundamente su disposición para abrir este espacio en su agenda y brindar a las mujeres de este centro un mensaje.

“Le envían saludos nuestro Presidente y nuestro Secretario de Gobernación.

“Sabemos que sus palabras servirán de alivio y esperanza para quienes se encuentran hoy aquí y también para sus familiares y seres queridos.

“Papa Francisco, reciba nuestra gratitud por la solidaridad y el respaldo que ha brindado a nuestro pueblo tras los sismos que vivimos el mes pasado.

“Agradecemos también a la Fundación Scholas Occurrentes, a nuestro amigo Héctor Sullaiman, por ayudarnos a realizar esta comunicación con usted.

“Sepa usted que estamos plenamente de acuerdo con lo que ha dicho a los juristas: ‘la cautela en la aplicación de la pena pública debe ser el principio rector de los sistemas penales… el respeto de la dignidad humana debe operar como criterio orientador para la persecución y represión de aquellas conductas que representan los más graves ataques a la dignidad e integridad de la persona humana’.

“En el sistema penitenciario federal trabajamos bajo esa premisa: la persona que ha perdido su libertad, por la comisión de un delito, por más grave que éste sea, ha perdido su libertad pero no ha perdido su dignidad.

“Vemos en la dignidad humana la fuente y razón de ser de todos los derechos.

“Tuvimos la oportunidad de saludarlo, hace poco más de un año, durante su visita al penal de Ciudad Juárez. Ahí dijo usted que: ‘el problema de la seguridad no se agota encarcelando, sino que es un llamado a intervenir afrontando las causas estructurales y culturales de la inseguridad, que afectan a todo el entramado social’.

“Así es como entendemos nuestro trabajo en la Comisión Nacional de Seguridad.

“Nos sentimos muy honrados y muy contentos por su mensaje.

“Muchas gracias Papa Francisco”.