Narcos capitalinos

Narcos capitalinos
Por:
  • rodolfoh-columnista

Finalmente tuvo que ser el secretario de Gobernación, Alfonso Navarrete Prida, quien terminara de una vez, y por todas, con la incomprensible narrativa de los gobernantes de la ciudad, de negar que el crimen organizado, es decir el narco, opera aquí con toda “normalidad”, como lo hace en cualquier otro lugar del país.

Muy irresponsables han sido quienes nos han gobernado en tratar de ocultarnos la realidad sobre este fenómeno. En aras de una política de relaciones públicas mal entendida, una y otra vez han negado la presencia del narcotráfico en la capital. Con eufemismos han pretendido engañarnos, como si las cientos de miles de dosis de drogas que se venden diariamente en nuestras calles hubieran aparecido aquí por arte de magia.

La política del avestruz que han seguido es común entre pusilánimes incapaces de encarar retos; pero de ahí a negarle a la ciudadanía y a sus representantes el hecho indiscutible de que el narco asentó sus reales aquí, debería conllevar, cuando menos, a una condena pública.

Les fascina simular y torcer el lenguaje, de tal suerte que no tengan que llamar a las cosas por su nombre. Pero sus malabarismos caen al suelo con los 123 asesinatos en lo que va del año; todos ligados a la disputa por la plaza. Como nos creen deficientes mentales, constantemente repiten que la violencia que se vive en el Valle de México es entre bandas de pequeños maleantes, tratando con esto de reducir el impacto mediático del problema.

Pero todo el mundo sabe que el éxito de muchos negocios radica en la venta masiva al menudeo: desde un teléfono celular hasta unos zapatos, pasando por un gramo de cocaína o una onza de mariguana. Importadores de cocaína y distribuidores forman parte del mismo negocio, eslabones controlados desde lo más alto de las organizaciones criminales.

La capital es el mercado más importante del país, con más de 20 millones de personas hacinadas en un valle. Aquí todo es masivo, desde el consumo de pescados y mariscos, hasta el de bebidas alcohólicas y drogas ilegales. De hecho, prácticamente no existe una sola colonia popular que no tenga su narcotiendita; o en su defecto, un par de individuos que se encarguen de atender la demanda local. Y para las residenciales, existe el servicio a domicilio.

En las zonas de fiesta permanente, como la Condesa, Polanco, etcétera, a la vista de todos están los famosos dealers; quienes ofrecen una amplia variedad de drogas para volar o para freírse el cerebro. Y también ya hemos visto cómo se las gastan en la UNAM, haciendo valer la autonomía, pero del mercado.

Por supuesto que Tepito ha sido desde siempre (y seguirá siendo) el punto neurálgico del negocio. Aunque en una ciudad tan gigantesca, pues es difícil que una sola organización lo acapare todo; de ahí derivan los distintos cárteles locales y las disputas entre ellos (Tláhuac, por ejemplo). Sin duda, un paso importante para abordar el problema es reconocerlo, pero la sangría no va a terminar si seguimos andando por el mismo camino.