Nudos oaxaqueños

Nudos oaxaqueños
Por:
  • larazon

Raymundo

 PRIMER TIEMPO: Presente, dijo el encargado del despacho. Como las moscas, sólo a periodicazos se asusta y da muestras de vida. ¿O no es así señor Gabino Cué? La molestia del gobierno federal en contra del gobernador de Oaxaca por haber ayudado financieramente a que la Sección 22 se movilizara a la ciudad de México, afectara el funcionamiento institucional y trastocara la vida cotidiana de miles de capitalinos, tiene ahora un ingrediente adicional: el creciente enojo de los padres de familia en su estado por la ausencia de maestros en las aulas, que los llevó a tomar decisiones por cuenta propia para reabrir las escuelas, pues Cué no hizo nada por ellos. Una buena razón de ello, se puede argumentar, es porque no manda mucho en su estado. O dicho de una manera más clara, aunque constitucionalmente sí es el responsable del destino de Oaxaca, quien lleva las riendas de la entidad se llama Jorge Castillo, un contemporáneo de Cué con quien trabajó en la Secretaría de Gobernación cuando el responsable era Diódoro Carrasco, en la última parte de la administración de Ernesto Zedillo. Castillo es un hombre amable y simpático, que despacha en hoteles de la ciudad de México como representante del gobierno de Oaxaca, donde recibe funcionarios del gobierno del estado, empresarios, políticos y hace recomendaciones, o decide, según como quiera verse, quién permanece en el cargo o con quién se hacen negocios. Hijo de padres pudientes en Oaxaca, Castillo es reconocido en la ciudad de México y en Oaxaca, como el factor de poder en el estado. Es, como dijo una vez el apoderado legal de la Arquidiócesis de Oaxaca, Francisco Wilfrido Mayrén, “el virrey que todo lo manda y todo lo decide”. Cué es visto en Oaxaca como un gobernador que a veces es sometido por Castillo, a quien han oído gritarle y ordenarle al gobernador. El problema es que no tiene responsabilidad legal por lo que sucede en Oaxaca al sólo ser un empleado externo del gobierno. Cué, electo por los oaxaqueños, tiene que responderles a ellos primero por su desgobierno, y a los capitalinos después, por lo que directa o indirectamente ha causado con su forma tan peculiar de dejar hacer y dejar pasar a los maestros que acosan a la capital. Y ya que Castillo no puede pasar por la rendición de cuentas, pasará impune sobre los huesos del gobernador.

 SEGUNDO TIEMPO: Sí es, pero no es, pero siempre sí, pero mejor no. Por hacerle al avestruz con el caso de los maestros de la Sección 22 del sindicato que encabezan las movilizaciones en la ciudad de México, los reflectores salieron del centro de la tierra para iluminar la gestión en Oaxaca del gobernador Gabino Cué. Al iluminarla no brilló él, sino la persona que es considerada como el que detenta realmente el poder en Oaxaca, Jorge Castillo. Político-empresario a quien le adjudican amplia riqueza, se vio involucrado en abril pasado en un escándalo de espionaje político. Ocho llamadas telefónicas que tuvo con ex gobernadores de Oaxaca, líderes de partidos políticos y diputados locales y federales, terminaron en las redes sociales. En ellas se vio el poder de Castillo, al que el PRD local quiere poner como su líder estatal, al pactar en ese momento con el PRD el apoyo a Javier Villicaña para la presidencia municipal de Oaxaca capital. Villicaña ganó, es pertinente recordar que era candidato del PRI y hoy es alcalde electo del PRI. Es decir, la negociación realizada por Castillo, altamente exitosa, fue a favor del PRI. Pero en ese momento del escándalo Cué, que llegó a la gubernatura en alianza de la izquierda con el PAN, buscó deslindarse de su amigo. Dijo que no era funcionario de su administración, lo que es cierto, y que nunca tomó posesión como representante de su gobierno en el Distrito Federal, lo que es mentira. Un boletín de prensa con foto el día que lo nombraron, estira la nariz de mentiroso al gobernador. Así es la memoria política, que funciona sólo cuando se quiere. Castillo trabajó con Cué al servicio de Diódoro Carrasco como su operador financiero cuando era secretario de Gobernación en los 90, y junto con otros de a la sazón colaboradores, fue inhabilitado para trabajar en el gobierno federal por un caso de irregularidades en la compra de helicópteros y patrullas para la Policía Federal. Hoy, como lo reconocen, es quien arregla los asuntos políticos y económicos de Oaxaca, donde el gobernador, en muchos de esos sentidos, es una mera figura decorativa. Ah, y sobre su pasado, pues recordemos cuándo aplica la memoria política.

 TERCER TIEMPO: Flavio, el gran luchador social que todos queremos. Ya se le extrañaba en el Distrito Federal. No había sido visible desde que en 2005, con órdenes de aprehensión por secuestro, despojo, robo, sedición y lesiones, el entonces secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, lo mandó arrestar cuando se paseaba por las calles de la ciudad de México. Ahora Flavio Sosa, quien encabezó una revuelta popular en Oaxaca que destruyó por años la economía y fue a parar a la cárcel, regresó con honores a la capital. El actualmente diputado local del Partido del Trabajo, estrechamente relacionado con la Sección 22 de maestros, desayunó esta semana con diputados federales del PRD a quienes asesoró sobre los profesores rebeldes. Mucho tiene que decir este hombre que era cabecilla de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca, la famosa APPO, que recientemente renació en Oaxaca bajo el nombre de Frente Único de Lucha, donde 70 organizaciones sociales se plantearon como objetivo presentar resistencia a todas las reformas propuestas por el presidente Enrique Peña Nieto. No está por demás decir que la Sección 22 es parte de ella. Sosa se ha presentado desde hace largo tiempo como luchador social, líder de taxistas, propietario de algunos autobuses de pasajeros, vividor del presupuesto de Oaxaca por largo tiempo y que como parte del acuerdo para que ya no alborotara allá a mediados de la década pasada, le dio el gobierno estatal una agradecimiento de cuatro millones de pesos.

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