Ochoa debe encontrar rutas de entendimiento

Ulises Ruiz Ortiz, ex gobernador de Oaxaca y considerado uno de los principales operadores electorales del partido, alzó la voz y exigió una contienda interna por la dirigencia nacional, en la que él mismo sería aspirante contra el ex director de la Comisión Federal de Electricidad. Nadie lo tomó en cuenta, no es un político con estatura para ocupar la primera posición partidista.

El oaxaqueño, hablador como siempre, quiere impresionar y afirma que tiene 300 mil firmas que avalan su posicionamiento y en caso de que su partido no lo permita o se muestre intransigente, acudirá a los organismos electorales. Pero todo indica que no pasará a otros ámbitos legales, como amenaza. Su molestia durará hasta que tenga la posibilidad de negociar una posición en el partido.

Ruiz, es coautor de la Coordinadora de Maestros, con un pasado nebuloso, delegado especial del CEN del PRI, en la contienda electoral en Quintana Roo, donde el candidato de su partido fue derrotado por Carlos Joaquín González, hoy reclama una consulta abierta a las bases priistas para elegir al nuevo jerarca del tricolor.

Pero entre sus compañeros de partido no tiene credibilidad. Y menos en estos tiempos, en que al interior se dice que Ocho Reza llega a dirigir un PRI lastimado por la derrota en siete estados, no será cosa fácil para el ex director de la CFE, porque hay mucha molestia con el gobierno, además de que los mismos priístas e incluso sus dirigentes medios, sienten que éste ha fallado y las culpas las pagó el partido en las urnas.

En la actualidad no hay una línea de comunicación entre la dirigencia y los hombres del gabinete, no hay comprensión, ni rumbo de lo que se espera, y menos del camino a seguir rumbo a la sucesión presidencial. Ochoa tiene a su favor que no llega con una pesada carga de corrupción. Hoy tendrá que definir con los hombres del gobierno la ruta y el entendimiento.

Desde el gobierno se han tomado decisiones que lastimaron a la militancia priista. También es necesario reconocer que el presidente Peña ha estado lejano a la conducción de su partido. Los candidatos a gobernadores no tenían línea, ni respaldo tampoco, y tuvieron que cargar con lo corrupción de Javier Duarte, en Veracruz, con Roberto Borge en Quintana Roo y César Duarte en Chihuahua. La PGR de Arely Gómez tuvo que anunciar la controversia constitucional, para que los gobernadores salientes recularan y dieran marcha atrás en sus despropósitos de poner a incondicionales que les cubrieran las espaldas.

Y el gobierno ha subestimado el papel de intelectuales, de académicos y de comunicadores para que al menos entiendan su proyecto. Ante la mirada impotente del PRI nacional, gobernadores surgidos de sus filas se convirtieron en verdaderos trogloditas regionales. A todo esto, se tendrá que enfrentar Ochoa Reza, el paquete es muy grande, habrá que ver si puede con ello.

A pesar de la línea política que tiró el presidente Enrique Peña Nieto al instruir a la PGR para que castiguen todas las locuras que intentó el gobernador Javier Duarte para evadir la justicia, no pasaron ni 24 horas y aparecieron defensores del mandatario cuestionado. Una veintena de diputados federales veracruzanos del PRI y del Verde salieron a dar la cara por su gobernador, y luego apareció el obispo Luis Felipe Gallardo y más tarde el presidente de la Junta de Coordinación Política del Congreso del estado, Juan Nicolás Calleja, para exigir que no renuncie el mandatario entrampado y rijoso.

A diferencia de los legisladores veracruzanos, la clase política del país está segura que Javier Duarte no la librará una vez que entregue el poder a Miguel Ángel Yunes Linares, quien prometió en su campaña meter a la cárcel al priista que intentó por diversos caminos blindarse ante dichas amenazas. Sin embargo, como se sabe, desde Los Pinos le dieron la espalda al anunciar que interpondrían un recurso de inconstitucionalidad para invalidad el llamado “paquete de impunidad” con el que pretendía cobijarse Duarte.

Correo: ubaldodiazmartin@hotmail.com

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