El PAN… aunque se pierdan los muebles

El PAN… aunque se pierdan los muebles
Por:
  • ruben_cortes

La renuncia de Margarita Zavala abre un cisma insalvable en el PAN. No es que sorprenda una disensión así, son cosas que ocurren en los partidos. La alarma se debe a que sobreviene en el mejor momento del PAN: gobierna por primera vez 12 estados juntos y a casi 50 millones de mexicanos.

Fue justo la cercanía de regresar al poder lo que trajo al PAN esta noche de cuchillos largos entre los bandos del dirigente nacional, Ricardo Anaya, el del expresidente de la república Felipe Calderón y el del exgobernador de Puebla Rafael Moreno Valle.

Paradójicamente, la culpa es de Anaya, artífice de este gran momento del PAN: consiguió en 2015 el mejor resultado electoral de su historia en comicios estatales, al conquistar siete de las 12 gubernaturas en juego.

Pero Anaya no fue magnánimo en su victoria: le faltó generosidad para capitalizar el éxito y preservó su condición de dirigente y aspirante presidencial, de árbitro y jugador a la vez.

Debió renunciar entonces a la dirección y competir en igualdad de condiciones con los otros aspirantes, ninguno de los cuales, por cierto, le llegaba en ese momento a la rodilla en capital político:

1.- No sólo se trataba de las siete gubernaturas que ganó, ni de la paliza que le dio al PRI en las elecciones intermedias.

2.- También de que articuló una provechosa alianza electoral con la izquierda, convirtiéndose así en el jefe de facto hasta de otro partido, el PRD.

3.-La noche de su gran triunfo electoral arrasó (con notables dotes de polemista armónico, informado y audaz) un debate con los otros dirigentes nacionales de partidos, organizado en Televisa por Joaquín López-Dóriga y seguido por 10 millones de televidentes.

Pero nada bastó al joven Anaya: mantuvo, implacable, las riendas del partido, aun cuando ya las había estirado demasiado, acaparando el millón 771 mil 884 spots que dio el INE al PAN: no dejó apenas un spot para sus 12 candidatos.

Anaya es despiadado, no negocia, no cede un ápice, practica una política de tierra quemada, de exclusión y cerrazón. Todo eso puede ser una virtud, pero ahora no lo fue porque metió al PAN en una crisis sin remedio, que lo dividirá entre quienes se queden con él y quienes se vayan con Margarita.

¿Resultado? El PAN perderá buena parte de la competitividad que le dio Anaya en 2015, con siete nuevas gubernaturas, sólo dos años después de que con Josefina Vázquez Mota como candidata presidencial había salido de Los Pinos por la puerta de atrás: tercer lugar de la elección.

Anaya prefiere, tomado de una línea de García Márquez, “sobrevivir al naufragio aunque se pierdan los muebles”.

No deja de ser una pena.