Preguntas sin respuesta

Preguntas sin respuesta
Por:
  • valeria_villa

“Ten paciencia con todo lo que no está resuelto en tu corazón y trata de amar las preguntas sin respuesta”

(R.M.Rilke, Cartas a un joven poeta)

Alan Burkeman escribió hace unos años un libro llamado El Antídoto, que es una diatriba sobre el pensamiento positivo. Burkeman sostiene que enfocarse excesivamente en ser optimista es un problema y no una solución, porque hacer un esfuerzo por no pensar en nada negativo, puede producir ansiedad. Es mucha la energía que hay que gastar para evadir realidades que están lejos de ser positivas y que por el contrario, son dolorosas o ameritan atención.

Este mecanismo también suele llamarse negación, que es de uso común y sirve para evitar el sufrimiento de enfrentarse a realidades que lastiman: Enfermedades inminentes, envejecer, amores que han dejado de serlo, las muchas pérdidas, una relación lastimada con un hijo.

El pensamiento positivo no tienen el poder para resolverlas, por desgracia.

Quizá deberíamos de dejar de consolar a los otros diciéndoles que todo va a salir bien cuando la realidad es que no lo sabemos. La incertidumbre, las preguntas sin respuesta, son el motor de la curiosidad y del hambre de conocer. Y el sustento de una personalidad sencilla alejada de los delirios de grandeza y del fanatismo por la verdad.

Por supuesto, que se vale y quizá hasta se deben imaginar escenarios de bienestar y logro siempre y cuando no se pierda de vista que a veces todo sale mal, como parte del caos de existir.

Aceptar que te has equivocado, familiarizarte con el error sin convertirlo en una tortura, repasar escenas claves de intentos fallidos, pero no para sentirte un estúpido sino para aprender y para nunca olvidar que eres falible. Vivir se trata en parte de algo así.

Los neuróticos profesionales parecen no haber venido al planeta a pasarlo bien sino a ser perfectos y a intentar controlarlo todo. O a sufrir de angustia existencial sin oponer resistencia.

No lo podemos todo, sólo algunas cosas y por eso el pensamiento negativo es útil.

Abrazar la incertidumbre, la inseguridad, el error, el fracaso, las emociones negativas, incluyendo el dolor del que todos huimos, es una postura alternativa para quienes se identifican más con el pesimismo informado.

La felicidad no se construye sólo con sonrisas, buenas vibras y pensamientos de abundancia. Se edifica en la guerra que a veces es la vida, enfrentando el fracaso y sobreponiéndose a él; aceptando los claroscuros personales y de los otros, dejando de huir de las emociones negativas y estando más dispuestos a vivir lo que haya que vivir.

A veces, pensar qué es lo peor que puede pasar, ayuda a tomar perspectiva. A veces lo peor no es tan peor. Pensar en este escenario no es “atraerlo” sino contemplar todas las posibilidades y con suerte, prevenir algunos desastres.

*Vale Villa es psicoterapeuta sistémica y narrativa desde hace 15 años. Este es un espacio para la reflexión de la vida emocional y sus desafíos.

valevillag@gmail.com

Twitter: @valevillag