¿Reelección en la OEA?

¿Reelección en la OEA?
Por:
  • larazon

El próximo 25 de mayo expira el período para el que el político chileno José Miguel Insulza fue designado secretario general de la Organización de Estados Americanos.

Desde finales de diciembre pasado tanto él como su cancillería iniciaron una operación para anticipar la siguiente elección con la finalidad de que Insulza permanezca en el organismo otros cinco años. Aunque no es improbable que lo consiga, algunos observadores y diplomáticos examinan si tiene los merecimientos suficientes para dejarlo en el cargo.

De acuerdo con sus principios fundacionales, se supone que la OEA está encargada de apoyar el desarrollo democrático, la vigencia de la legalidad y la solución pacífica de las controversias en la región. Pero poco de ello ha ocurrido este tiempo. Veamos.

El primer problema es que, a la debilidad crónica de la OEA, la gestión de Insulza le ha sumado una pérdida casi total de respeto y ascendiente político como para mediar eficazmente en situaciones de conflicto, como en el caso de Honduras, o para evitar una fragmentación en la cual parte importante de los países miembro no reconoce, en la práctica, la autoridad del organismo. Por ello los integrantes de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de América (que agrupa a los gobiernos de izquierda) ya ha expresado que está evaluando proponer un candidato distinto a Insulza, y el propio Roy Chaderton, antiguo embajador de Caracas en México y hoy ante la OEA, le ha reclamado a Insulza su maniobra para precipitar la elección.

El segundo es que no es evidente la aportación del actual secretario general a la calidad democrática regional. Es cierto que, con la excepción de Cuba, todos los países celebran elecciones más o menos normales, lo que ocurría desde antes, pero se ha producido un proceso de corrosión en casos como Venezuela, Honduras, Nicaragua o Bolivia frente al cual la OEA no ha mostrado voluntad alguna de velar por lo que establece la Carta Democrática Interamericana. En parte esto explica, como lo revela el Latinobarómetro 2009, que las democracias regionales muestren “crisis de representación, en primer lugar a través del hiperpresidencialismo, la fiebre reeleccionista y el desmedro de la confianza en las instituciones…y la atomización del sistema de partidos en tantos países.”

El tercer obstáculo es la irrelevancia del cargo para Washington y la escasa simpatía por su ocupante, en especial por el desastre en el manejo de la crisis hondureña y los guiños hacia La Habana. De hecho, cuando en diciembre Insulza quiso sacar fecha adelantada para su refrendo, el representante norteamericano se alineó, vaya paradojas, con quienes se oponían —Venezuela y Nicaragua—aduciendo que “ninguna elección debe ser automática” (La Tercera, 27-12-2009).

Finalmente, que Insulza sea reelecto básicamente porque nadie más se postule, no es precisamente el método político más elegante de encabezar un organismo que, tal vez, debiera servir para algo mejor en estos tiempos confusos.

og1956@gmail.com

fdm