Refugio para el dolor en una hoja en blanco…

Refugio para el dolor en una hoja en blanco…
Por:
  • larazon

Mónica Garza

Como resultado de un proceso que duró alrededor de tres años y que pasó por todo tipo de puentes emocionales, —de los que por cierto yo fui testigo varios meses—, esta semana finalmente se presentó la novela Con la luna de testigo escrita por mi querida colega Ana María Lomelí.

Anita —como le decimos todos—, es incuestionablemente uno de los personajes más entrañables de las noticias en la televisión mexicana, con su particular estilo sensible y empático que viene de una historia no menos entrañable que es la suya, y en la que vale la pena adentrarse para entender mejor a Maty Vélez, el personaje central de su novela que vive en una permanente montaña rusa emocional…

“El libro me reconcilia conmigo misma. Porque en este afán de ir para adelante, de no caerme y de no desfallecer, a veces tienes ganas de hacerlo y decir: ¡fracasé y no me importa! Y mira que me he caído de una manera radical en lo profesional y en lo personal, pero he tenido esta oportunidad de recomponer y de recomponerme. Es una lucha constante por estar en el centro y equilibrarse”.

Me dijo Anita sobre esta historia, que si bien no es una autobiografía novelada, quizá sí sea una catarsis para esas angustias, culpas, miedos y demás sentimientos complejos que por muchas razones la han acompañado en su existencia. Vámonos a la historia…

Ana María Lomelí empezó en el periodismo en el año de 1985 en el noticiero Seis en punto del canal 4 de Televisa, donde entró cubriendo guardias pero tardó poco en empezar a ganar lugar en mejores espacios de noticias en Chapultepec 18.

Pasaron alrededor de tres años y en un momento importante de despegue profesional llegó a su vida Elik Kobi, un arquitecto israelí del que se enamoró tan perdidamente que a los dos años de relación inició los estudios necesarios —hebreo incluido— para convertirse a la religión judía y casarse con él. Eso marcó un cambio radical en su vida y definió lo que para ella en adelante sería una constante, la negociación entre su compromiso familiar y la pasión por su trabajo.

Convertida en una comunicadora más popular, en 1996 Ana María llegó a TV Azteca para conducir el noticiero de la mañana junto al periodista Ramón Fregoso. Por increíble que parezca, tenía tan sólo 20 días de haber dado a luz a su segundo hijo cuando apareció por primera vez en la pantalla del canal 13. Era una gran oportunidad para ella y no iba a desperdiciarla…

“He trabajado muchos años en la madrugada y sí es una tensión adicional, porque además de hacer un trabajo de escritorio también es un trabajo de imagen. Yo lidiaba con todas esas cosas propias de la casa, los hijos y la verdad es que sí me multipliqué en 25. Mi esposo ha sido un hombre muy inteligente, sumamente paciente y hemos sabido negociar”.

A lo largo de 30 años de carrera periodística, Ana María Lomelí se ha enfrentado a todo tipo de situaciones, historias y personajes, pero su cobertura del terremoto en Haití en 2010, la marcó emocionalmente. A ello se sumó una crisis personal que sacudió la cotidianidad de la periodista un año después, y fue entonces que descubrió su mejor refugio en la hoja en blanco, sin saber exactamente a dónde la llevaría…

“A mí lo que más me marca de todas las historias es este detalle que hace la diferencia entre seguir adelante y caerte en tu precipicio, en cualquiera que sea el escenario. A la hora que empiezo a escribir cambia mi vida, porque me enfrento a un papel donde el espacio es mío y a un tiempo que también me pertenece. Empecé a soñar despierta, y me metí en un viaje de aventuras. Mi marido me vio llorar tanto frente a la computadora que un día me dijo: si sigues escribiendo tiro la computadora a la basura”.

Afortunadamente no lo hizo, porque ahora está en las librerías la fantástica historia de una reportera que dentro y fuera de la ficción decidió vivir, soñar y sentir hasta sus últimas consecuencias y siempre, “Con la luna de testigo”.

monica.garza@razon.mx

Twitter: @monicagarzag