Relato salvaje capitalino

Relato salvaje capitalino
Por:
  • larazon

Horacio Vives Segl

No es la primera vez que me refiero en este espacio a la magnífica película argentina Relatos salvajes. Dirigida, escrita y coeditada por Damián Szifrón, ha seguido cosechando éxitos —nuestro premio Ariel o los Platino a lo mejor del cine iberoamericano, por citar algunos de los más recientes—.

Pero no es la estela de reconocimientos en la que me detengo, sino en un desafortunado incidente que ocurrió en nuestra ciudad capital, con el que la película tiene —como tuvo con el lamentable y extremo avionazo de Los Alpes— varios paralelismos.

 Entre “El más fuerte” y “Bombita”. En el segundo corto de la película, los personajes interpretados por Leonardo Sbaraglia (Diego, dueño de un automóvil de lujo) y Walter Donado (Mario, el trabajador “de talachas”) encuentran sus destinos en una carretera del espectacular norte argentino.

En esa historia presenciamos la rivalidad entre los representantes de dos clases sociales que, al escarbar bajo la superficie, exhiben sus intolerancias y resentimientos a la menor provocación. En un primer momento, Diego agrede a Mario porque no le parece la manera y la velocidad a la que conduce. A partir de ahí, inicia una escalada de agresiones secuenciales y recíprocas —incluida una en la que Diego al volante intenta atropellar a Mario—, donde la iniciativa a la violencia depende de cuan vulnerable se encuentra el adversario. Y en la cuarta historia de Relatos Salvajes, el ingeniero Bombita, personificado por Ricardo Darín, canaliza su frustración cotidiana al desquitarse con la empresa de grúas que, a su juicio, le impuso un par de multas de manera injusta.

 La ficción llevada a la realidad. Carlos Chávez y Ulises David cruzaron destinos en las calles de la colonia Roma, en la ciudad de México, el 24 de julio. El primero intentaba escapar de la infracción que pretendía imponerle el segundo, encargado de inmovilizar vehículos estacionados en zonas de paga sin abonar la tarifa respectiva. Las imágenes del empleado de Ecoparq montado en el cofre, aferrado al parabrisas o siendo arrastrado por el conductor, que trata de cualquier manera de escaparse, han sido ampliamente difundidas. Al día de hoy se sabe que el empleado resultó ileso a las maniobras del conductor, quien podría enfrentar un proceso por tentativa de homicidio.

 Reacciones. Como en la premisa de todas las ficciones recreadas en Relatos salvajes, basta tocar los resortes adecuados para que cualquiera pueda reaccionar de manera desproporcionada y generar una espiral de malas decisiones, ante hechos que, vistos en perspectiva y bajo cierta racionalidad, llevarían a conductas diferentes. En el contrato social que nos hemos dado, roto por la violencia potencial, las reglas de convivencia se anulan en cualquier momento. Y para cerrar el episodio en el que la “inteligencia emocional” no estuvo por ningún lado —como ocurrió también al final del relato de “Bombita”—, muchos testimonios en redes sociales celebraron lo que le pasó al trabajador de la empresa de inmovilizadores vehiculares, cuya actividad asocian como un instrumento más del financiamiento de un gobierno corrupto en contra de los ciudadanos.

hvives@itam.mx

Twitter: @HVivesSegl