Rescatadores

Rescatadores
Por:
  • valeria_villa

Una forma de relación insana, es identificarse con el papel de rescatador. Un súper héroe o súper heroína que va por la vida intentando salvar a los otros. Que ofrece su ayuda incondicional aunque no se la pidan. Que sólo sabe dar y recibir afecto volviéndose indispensable.

El rescatador o rescatadora sólo tiene una fuente de autoestima: el reconocimiento que le dan los otros. La aprobación que se da a sí mismo proviene de afuera y no de adentro. Claro está que casi todos queremos ser reconocidos, valorados, admirados, amados. Todos hacemos cosas para que nos quieran. El problema está en el grado y si la única motivación es ser reconocido, se trata de alguien que necesita ser necesitado para sentir que existe.

Los rescatadores generan altas expectativas en los rescatados y establecen un patrón difícil de romper: deben dar, ayudar, pagar, cuidar. Siempre y sin que se los agradezcan. El rescatador se siente injustamente tratado por los otros, que no dan con la misma generosidad con la que él da y que no muestran gratitud.

¿Qué haría el rescatador si no estuviera rescatando a alguien? La pregunta es útil para abrir otras puertas para el desarrollo personal, para abandonar la conducta automática de adueñarse de los problemas de los otros y ser capaz de reconocer sus propias necesidades de afecto, escucha, reconocimiento y contención.

Sentirse esencial para el bienestar e incluso para la sobrevivencia de otro, que puede ser la pareja, los padres o los hijos, parece una vocación altruista pero en realidad proviene de un ego desmedido. Que alguien piense que puede salvar a los demás, tiene algo de delirio de grandeza.

Es hasta que el rescatador reconoce que no ha podido ni podrá salvar a nadie que llega a terapia, decepcionado pero con más claridad porque comprendió que sólo puede salvarse a sí mismo.

Rescatar es promover inconscientemente la discapacidad de otro, que deja de hacer lo que podría hacer solo. Los rescatadores adultos probablemente fueron rescatadores de una madre soltera, de un padre alcohólico, de un hermano adicto, de un sistema familiar caótico. Generalmente los rescatadores crecieron convencidos de que sus necesidades no eran importantes. No daban problemas, buenos alumnos, buenos hijos y hermanos, preferían callarse para no hacer enojar a nadie, para no molestar. De adultos y de modo compulsivo, solo puede elegir amigos y parejas que necesiten ser rescatados.

Quien se reconoce rescatador y quiere dejar de serlo, podría empezar por no hacer nada que los demás no le hayan pedido explícitamente. Entender que cada quien debe hacerse cargo de su bienestar y de sus emociones. Tener claro que ser solidario no es lo mismo que estar obligado de por vida a ayudar a alguien. Encontrar otras fuente de autoestima y reconocimiento que no surjan de rescatar a nadie. Saber que abandonar la identidad de rescatador significa un duelo y superar el miedo a que lo dejen de querer. Dejar de huir del sentimiento de impotencia: a veces solo declarándose impotente frente a los problemas de los otros, es que usted puede empezar a ver los suyos y a entender que al único que puede salvar, es a usted mismo.

*Vale Villa es psicoterapeuta sistémica y narrativa desde hace 15 años. Este es un espacio para la reflexión de la vida emocional y sus desafíos.

valevillag@gmail.com

Twitter: @valevillag