Sicilia, AMLO y Peña

Sicilia, AMLO y Peña
Por:
  • larazon

Pablo Hiriart

Lo que hizo Javier Sicilia en el Castillo de Chapultepec fue una proeza útil para todos: sentó a los cuatro candidatos presidenciales y los puso como dados.

Eso no quiere decir que él y los integrantes del Movimiento por la Paz tuvieran la razón en todo. Tampoco importa. Lo valioso fue ver cómo reaccionaron los candidatos al afecto y a la reprimenda.

Cuando el poeta comenzó a hablar ante López Obrador, el candidato empezó a tomar notas de sus palabras. “Para muchos usted significa la intolerancia, el resentimiento político…”, y ahí paró de escribir.

Levantó la vista, oyó las palabras “la revancha sin matices” y se echó atrás. Recargó la espalda en la silla y le quitó la mirada. Vio hacia un lado y mantuvo una sonrisa irónica mientras Sicilia seguía:

“…El mesianismo, la incapacidad autocrítica… sordo… que busca la confrontación en contra de lo que pregona su república amorosa con aquellos que no comparten sus opiniones”.

López Obrador se retrató en la respuesta: “No soy autoritario, no soy mesiánico, no soy nada de eso que tú mencionas y que han utilizado los que no quieren un cambio en este país”.

No toleró que le dijeran intolerante.

Su intolerancia se manifestó también desde el primer contacto de comunicación corporal con Sicilia.

Rechazó el beso. Volteó la cara. No te acerques a mí como tú quieres, sino como yo lo diga.

Hubo abrazo, pero en los términos que quiso AMLO. Lo envolvió en un clinch y se le colgó: el poeta estaba inmovilizado.

Peña Nieto salió bien librado del intercambio verbal, pero Sicilia le dijo algo con puntería de apache: “No escucho su corazón, no lo escucho vibrar con el dolor de las víctimas. Escucho un discurso frío que nos aterra”.

Al candidato del PRI se le olvidó que no todo es contenido: gran parte de la comunicación es corporal. El voto, inclusive, es en buena medida emotivo.

En la reunión del lunes ante víctimas de la violencia, Peña Nieto no le mostró a las personas ahí reunidas que sentía lo que ellas sienten.

Faltó esa comprensión empática a la que aludió Sicilia en su intervención inaugural.

El Peña Nieto del Castillo de Chapultepec no fue el gran comunicador que es en los mítines y recorridos por el país en que domina a la perfección el cuerpo a cuerpo con la gente.

Éste era otro público, es cierto. Era un público enojado con él y con la situación de violencia que vive el país.

Y el candidato del PRI mostró que puede sentarse con los críticos, oírlos sin altanería ni intolerancia, y dar respuestas.

Quien quiera que vaya a ser el próximo Presidente, debe enseñarnos que puede hablar con sus críticos, escucharlos sin rechazar de antemano, dejar pasar algunos agravios por injustos que puedan parecer, e ir a lo sustancial con actitud tolerante y humana.

phl@3.80.3.65

Twitter: @phiriart