Sinaí

Sinaí
Por:
  • gabriel-morales

El paso fronterizo entre Israel y Egipto es sencillo; aunque hay un poco de desorden en el lado egipcio de la frontera, donde decenas de turistas despistados preguntan a empleados aún más despistados cómo terminar el proceso aduanal, en pocos minutos te encuentras entre un mar de taxistas que buscan llevarte a tu destino en la península.

El traslado de la frontera hacia la playa es tal vez uno de los paisajes más hermosos que existan en el mundo. Por un lado observas el interminable desierto del Sinaí egipcio y, por el otro, un mar turquesa de varios azules. Al fondo de este mar puedes apreciar las montañas de Arabia Saudita y a lo lejos se ven las luces de Eilat y Áqaba, ciudades portuarias de Israel y Jordania. Sin embargo, a lo largo del camino hay algo que no cuadra, hay decenas de hoteles y complejos turísticos en construcción. Al principio pensé que se trataba de un área en desarrollo, sin embargo estos edificios no dejaron de aparecer. Decenas y decenas de construcciones en obra negra que con unos pocos meses de trabajo podrían convertirse en hoteles cinco estrellas pero que en su estado actual asemejan más a una ciudad siria abandonada. El Sinaí siempre ha estado desconectado del resto de Egipto. Los beduinos del Sinaí no tienen siquiera representación en el gobierno central, que siempre los ha tratado como ciudadanos de segunda. No obstante, los problemas de la península, además del descuido del gobierno central, se han profundizado enormemente como consecuencia de la expansión del Estado Islámico en el área. Aunque en realidad las células del EI se encuentran a cientos de kilómetros de la costa del Mar Rojo, el ataque terrorista que derribara a un avión turístico con destino en Rusia en 2015, aunado a otros ataques más pequeños en el área, vaciaron a este paraíso poco explorado de turistas. Decenas y decenas de proyectos se vinieron abajo y por más de tres años los turistas llegaron sólo a cuentagotas, empobreciendo a una población que depende enteramente de estos ingresos. El resentimiento de los beduinos en contra del Estado Islámico y también del gobierno central es evidente. A pesar de ser musulmanes, tanto el régimen como los supuestos mártires del Islam han puesto en duda la supervivencia de la población en el área. En el último año los turistas han comenzado, lentamente, a llegar de nuevo. Paradójicamente casi el cien por ciento de quienes visitan el área norte del Mar Rojo son israelíes, el único grupo de turistas que entiende que la probabilidad de sufrir un atentado en estas playas es la misma que recorriendo las calles de París. Aunque esto hace del Sinaí un paraíso casi virgen, los beduinos siguen esperando que los europeos regresen a estas playas. De otra manera será difícil subsistir.