Temporada de sandías

Temporada de sandías
Por:
  • larazon

Horacio Vives Segl

El domingo pasado el Consejo General del INE aprobó la lista de diputados federales electos por el principio de representación proporcional para integrar la LXIII Legislatura. Van algunas reflexiones:

 “Candidatos sandías”. Cuando un diccionario de la picaresca mexicana consigne una posible definición, los términos serían más o menos los siguientes: “Dícese de aquellos candidatos verdes tucán por fuera, pero rojos PRI por dentro”… ¿A qué viene esto? Gran parte de la deliberación se destinó a valorar si era legal que siete candidatos postulados por el Verde —sí, otra vez—, que resultaron ganadores en distritos de mayoría relativa, debían contabilizarse como diputados del PRI, ya que son militantes de ese partido y no del Verde.

 Dilemas. El asunto tiene varias aristas. Como implicaciones, se alegó que se estaba trastocando el principio constitucional que pone límites a la sobrerrepresentación y —puntualmente para los efectos de los resultados electorales del 7 de junio y para la integración de la Cámara de Diputados que iniciará funciones el lunes 1 de septiembre— que daba al partido del gobierno, junto con sus aliados legislativos, la mayoría absoluta que requiere para pasar leyes y decretos, uno de ellos (tal vez el más importante) la aprobación del presupuesto.

También se argumentó que se trata de un engaño al elector. Los ciudadanos pudieron haber votado por determinado candidato, muy probablemente desconociendo la militancia de quien resultara ganador. Para efectos de lo que previsiblemente ocurrirá, independientemente de por cuál opción hayan llegado, los legisladores de ambos partidos votarán en la Cámara de Diputados en el mismo sentido (como lo hicieron en la Legislatura que está dando sus últimos suspiros). O sea que da lo mismo. Si bien los partidos en México actúan, en general y en perspectiva comparada, con altos grados de disciplina y cohesión parlamentaria, esto se da particularmente en el caso de los dos partidos mencionados.

 Perspectivas. Se trata de una situación similar a la que en su momento constituyeron las denominadas “juanitas”; esto es, que ante la obligación legal para que los partidos presentaran un mínimo de mujeres en sus candidaturas, al ganar mujeres, eran obligadas a renunciar para que asumieran el cargo los suplentes en las fórmulas, hombres en todos los casos. Los partidos podrían seguir abonando en sus desconfianzas recíprocas —lo cual es la característica medular del abigarrado conjunto de disposiciones de las leyes electorales— para introducir candados que impidan que candidatos con militancia probada en un partido puedan ser postulados por otro o para incluir en la cláusula de sobrerrepresentación a los convenios de coalición —total o parcial— suscritos entre partidos. Por otra parte, si bien no es usual, tampoco es excepcional que legisladores renuncien a los partidos por los que ingresaron a cualquiera de las dos cámaras del Congreso de la Unión. Esto ha sido particularmente cierto en tiempos recientes en los partidos de izquierda. ¿Tendrá algún sentido incrementar las prohibiciones y restricciones? Creo que no.

hvives@itam.mx

Twitter: @HVivesSegl