Tipo de cambio: amenaza sobre la inflación

Tipo de cambio: amenaza sobre la inflación
Por:
  • arturov-columnista

La mayor preocupación que se ha generado en este principio de año es la depreciación de la paridad peso/dólar y su fuerte volatilidad que contribuye a acentuar el ambiente de nerviosismo e incertidumbre por sus repercusiones sobre el sistema económico y en particular sobre la inflación.

El recuento de daños no es menor: en el último año, el peso se ha depreciado 20% frente al dólar, y de una canasta de 24 monedas, el peso ocupa el quinto lugar en cuanto a mayor deterioro. Asimismo, en lo que va de este año, el peso ha perdido terreno frente al dólar, depreciándose 5.0% (¡una cuarta parte de la depreciación anual¡), a la vez que ha sido la segunda moneda con mayor depreciación.

Son diversas las causas que han promovido una extraordinaria fortaleza del dólar frente al resto de las monedas en el mundo. Un deterioro de las expectativas de crecimiento económico mundial, en particular en mercados emergentes; la disociación entre las políticas monetarias en el mundo —mientras que por un lado Estados Unidos sube la tasa de interés, en Europa se intensifican las políticas de relajación monetaria—; y frente a la gran amenaza de menor crecimiento económico, la decisión del gobierno chino de devaluar su moneda.

Los efectos de la depreciación cambiaria sobre la economía son varios, pero quizá el más preocupante —en una perspectiva macroeconómica— radica en su impacto sobre la inflación. Se genera a través de varias vías: la primera, mediante el encarecimiento en pesos de los bienes de consumo importados y servicios que se cotizan en dólares; segundo, mayores costos para las empresas por el encarecimiento en pesos de los insumos importados, que se ven obligadas a convertir estos mayores costos en mayores precios al consumidor.

Tercero, el impacto más peligroso se refiere a la contaminación de expectativas o efectos de segundo orden. Se trata de aumentos injustificados en los precios, que responden tan sólo al temor de los formadores de precios sobre la persistencia del impacto del factor inicial que impulsa la inflación —depreciación en este caso—. Esta contaminación en las expectativas corre el riesgo de retroalimentarse en la medida que afecta los incrementos nominales de los salarios, y por tanto, generar un proceso inflacionario mayor y de difícil contención y con graves consecuencias para la economía. Por fortuna, a la fecha la inflación en México dista de mostrar este tipo de efectos.

La mayor depreciación es ahora un riesgo mayor que el año pasado. Si bien durante el 2015 la paridad observó una depreciación en promedio anual de 20%, el impacto sobre la inflación no se percibió debido a la existencia de otros elementos, como la caída en los precios internacionales de las materias primas, en las tarifas de electricidad para la industria y del precio del gas natural, que permitieron a las empresas contener el impacto de la depreciación cambiaria sobre los costos de producción, y por tanto sobre los precios al consumidor.

Para este año, los riesgos de traspaso de la depreciación hacia la inflación son mayores, y es la razón principal por la que los analistas suponemos un aumento mayor de los precios —hasta 3.4% anual en nuestro caso.

avieyra@banamex.com

Twitter: @ArturoVieyraF