Trump ante la justicia

Trump ante la justicia
Por:
  • montserrats-columnista

La justicia implica el reconocimiento de una instancia externa ante la cual uno rinde cuentas y acata su mandato: Trump no la conoce.

Como consta en el libro de James Comey, exdirector del FBI, despedido por Trump, el magnate no es apto para el cargo de presidente, no por su salud física o mental, sino por su carácter moral. Según Comey, un presidente debe medir sus actos desde un tribunal distinto al de su propia conciencia; la ley y la justicia son los moderadores que distinguen a un presidente de un dictador, y a un estadista de un matón autoritario.

“Tengo el derecho absoluto a perdonarme a mí mismo”, ha dicho el presidente, haciendo gala de su incomprensión de la justicia y de la división de poderes en un país orgulloso de su democracia. Este absurdo moral es la punta del iceberg de un sistema corrupto que ha vendido el poder de representación ciudadana a los distintos grupos económicos de poder e influencia.

Trump tratará de doblar la ley a su capricho. Así lo intenta hacia dentro de sus fronteras, cuando reta a Robert Mueller, considerando otorgarse el perdón presidencial por los presuntos delitos que lo habrían llevado injustamente a la presidencia. El resultado de las elecciones intermedias nos dará mucha luz sobre si se procederá con un juicio de destitución, en uno de los escándalos más vergonzosos de la política estadounidense.

En el terreno internacional, Trump tampoco parece preocuparse por respetar las reglas del juego. Famoso ya por no mantener su palabra y salirse de distintos acuerdos internacionales, el presidente dobla las leyes a su antojo para tratar de justificar sus caprichos y mantener una forma de negociación que no es digna de la diplomacia y la política internacional. El método Trump, por así llamarlo, es más digno de un pleito entre escolares que entre dignatarios que buscan los equilibrios internacionales necesarios para el respeto y la prosperidad de las naciones.

Como el acero y el aluminio, al parecer, son asunto de seguridad nacional, Trump ha decidido ignorar las leyes vigentes del TLC y de los tratados comerciales de la Organización Mundial de Comercio, al imponer aranceles que ponen en peligro la multilateralidad de la economía global actual y amenazan con desatar una guerra comercial dañina para todos. Como consecuencia, ha sido denunciado por la Unión Europea, Canadá y México, pidiendo a la OMC que vea esta medida como un recurso violento de presión, sin justificación alguna, y que busca doblegar, en lugar de negociar.

Los problemas legales de Trump son muchos. Sin embargo, este personaje está acostumbrado al conflicto, a la turbiedad y a la intimidación como medios de avance. Esperemos que la justicia decida ponerle un alto.